Soy muy fantasiosa. Siempre lo fui. Me la paso inventando e imaginando historias que, obviamente, nunca son. La realidad siempre queda muy por debajo de la fantasía. Es inevitable, supongo. Que cuando uno tiene una expectativa muy alta sea muy difícil que se cumpla. Y sobre todo que se cumpla totalmente. Y eso es bastante frustrante.
Pero hay momentos en los que, curiosamente, la realidad supera con creces la fantasía. Y eso es esperanzador. Y me pone feliz. Y este es uno de esos momentos.
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