Primero está La Casa Rosada,
después viene la Plaza de Mayo y de ahí nace la Avenida de Mayo que pasa por la
casa de N, de donde salimos por la mañana, la enorme 9 de Julio, la avenida más
ancha del mundo, según dicen, y donde nos despedimos, el Gaumont y luego llega
hasta el Congreso, punto en el que esta avenida se acopla con Rivadavia, la
avenida más larga del mundo, según dicen, y dos cuadras antes de llegar a Plaza
Miserere está la calle Saavedra y dos cuadras a la izquierda, mi casa.
Eso a la vuelta, a media mañana o
al mediodía, después de haber salido la noche anterior y de haber dormido
juntas.
A la ida es al revés: Rivadavia,
el Congreso, el Gaumont, 9 de Julio, Avenida de Mayo. Pero como a veces nos
encontramos en Almagro o en el centro para ir al teatro, de Avenida Corrientes
vamos por Rodríguez Peña y comemos algo en el bar Celta o en el barcito
chiquito donde venden comida norteña, o cuando vamos al cine damos la vuelta y
comemos Arepas sobre Montevideo.
N fue mi primer amor lésbico. De
esos amores que te vuelven vulnerable. Amor de la demora, amor que se toma su
tiempo, amor de trabajo de hormiga, amor que crece, amor que hace cortocircuito
y sanseacabó el amor.
Me esforcé mucho por olvidar
desde que terminó todo, pero ahora intento hacer memoria y cada imagen, cada
recuerdo, cada sensación, cada olor me revuelve el estómago por los nervios o
la angustia o el dolor y no puedo y no quiero y no evito las lágrimas de
desamor.
Todo empezó mucho antes de que
empezara el amor. O el amor nunca existió. Compañeras de trabajo, empezamos a
acercarnos, ella ya me gustaba pero a medida que la conocía todo aumentaba. N
es fresca, suave, caprichosa, creativa, dulce cuando quiere, sensible,
despolitizada, curiosa, bella. Yo la invitaba al teatro y después tomábamos una
cerveza y charlábamos pero nunca nos dábamos un beso. Ella pensaba que éramos
amigas, yo siempre supe que no pero no sabía cómo hacer para dárselo a
entender.
A mitad de año me fui de viaje y
antes de eso vinieron a comer a casa Fede, Mati, N y J. En ese momento éramos
amigos los cinco. Tomamos mucho vino y, ya borracha, cuando se estaban yendo todos,
le pregunté a N si no se quería quedar conmigo un rato más. Ella me dijo que al
día siguiente se tenía que levantar temprano para trabajar y se fue. Luego me
mandó un mensaje diciendo que se arrepentía de no haberse quedado y que nos
veíamos cuando yo volviera del viaje. Yo leí ese mensaje nuevamente en términos
de la supuesta amistad que cosechábamos así que no le di mucha importancia. Una
vez más, no había podido darle a entender lo que yo deseaba.
Cuando volví del viaje vino un
día J a comer a casa y en el medio de las diversas conversaciones me cuenta que
N sí había entendido el sentido de mi invitación y que por eso se había
arrepentido. Entusiasmada por las novedades voy entonces al reencuentro que
organizamos en casa de N junto a Fede y Mati.
Cuando terminó la noche fue ella
quien me invitó a quedarme. Charlamos, charlamos muchísimo y luego vino el
sexo. Tímido al principio, besos mezclados con risas incómodas hasta que
finalmente nos relajamos y cogimos. A la noche o a la mañana, en algún momento
me dice que la intimido, yo no le doy importancia a eso y sigo besándola, sigo
acariciándola, esperé mucho este momento.
Después vinieron las salidas, los
esfuerzos, los proyectos, la esperanza, las ilusiones, el cariño. En el medio
el viaje a la costa que debí quizás haber leído como premonición de lo que
luego sucedería. Un viaje en el que a ella le cuesta o no quiere o no puede o
no desea acercarse a mí. Un viaje en el que yo deseo profundamente acercarme a
ella pero me siento rechazada cuando lo intento. Un viaje en el que ella está
todo el tiempo con J, con su profunda amistad, con su amor platónico y en el
que yo no entiendo en ningún momento qué está pasando exactamente pero trato de
ponerle buena onda.
Después del viaje costó una semana
recuperar la confianza pero los indicios fueron positivos y todo volvió a
fluir. Todo fluía increíblemente bien, yo cada vez abría más mi corazón, proyectábamos
viajes juntas, la pasábamos súper bien en compañía de la otra, nos acompañábamos
con nuestras cosas, nos estimulábamos.
Hasta el día en el que todo
terminó. Vamos al cine, cuando salimos vamos a su casa, ella termina una tarea
del curso de guión que está haciendo, yo leo un libro, tomamos unas copas de
vino. Luego vamos a acostarnos, cogemos y cuando estamos acostadas desnudas
haciéndonos mimos ella empieza todo un discurso aniñado incoherente hasta que
la freno y le pregunto si está intentando decirme algo en concreto. Primero me
dice que no pero después confiesa que sí. Y llega el baldazo de agua fría, J le
dijo que estaba enamorado de ella y ella está confundida. Ahí tenemos una
charla larguísima en la que ella limpia culpas, casi que me pide consejos como
si yo fuera la amiga y no la chica con la que está cogiendo. Todo es una
mierda. Ninguna sabe qué hacer para que la situación no sea tan chota. No hay
nada que se pueda hacer. Llegó el final, todo terminó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario