No es la primera vez que nos besamos. No creo tampoco que sea la última pero eso nunca se sabe. Lo que podría sonar extraño, pero en este caso no lo es, es que ninguna de las dos veces que me besó quiso luego coger conmigo.
La primera vez fue en una fiesta hace casi un año. Era uno de esos momentos en los que pienso que tengo que estar con alguien solamente para activar mi vida sexual pero en realidad no tengo ganas ni de estar con nadie ni mucho menos de activar mi vida sexual. Así que fue bastante bueno que nos diéramos unos divertidos besos, después de unas divertidas discusiones, casi peleas, y nada más.
La segunda, la semana pasada, nos quedamos charlando hasta las cinco de la mañana. Hablamos de muchas cosas. Le conté la historia de N y al final me dijo lo que te molesta no es que te haya mentido sino que no te haya elegido. Le respondí que las cosas eran más complejas pero que si necesitaba simplificarlo no tenía problema en aceptar que me molestaba que no me hubiera elegido. Él también me contó de su actual historia de desamor que lo llevó a elaborar la teoría de que son (¿somos?) todas unas hijas de puta. Nada muy novedoso. Nada que no haya sido dicho antes. Nada que no vaya a ser dicho después.
Cuando nos estábamos yendo recordamos la primera vez que nos besamos y que no cogimos y él me dijo que estaba por pasar lo mismo, yo le respondí que estaba bien, que me gustaba la idea de que fuéramos un poco amigos y que de vez en cuando nos besáramos.
Cuando nos estábamos yendo recordamos la primera vez que nos besamos y que no cogimos y él me dijo que estaba por pasar lo mismo, yo le respondí que estaba bien, que me gustaba la idea de que fuéramos un poco amigos y que de vez en cuando nos besáramos.
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