No estoy de acuerdo con las feministas que piensan que los piropos son, en sí mismos, violencia de género y patriarcado. A mí me gusta que me piropeen, y me gusta devolver el piropo, y me gusta piropear por iniciativa propia. Me gustan los halagos: me gusta hacerlos y me gusta recibirlos. Y me gusta que piensen que soy linda, divina, bombón, diosa, mamita, y que tengan ganas de hacerme todo eso que dicen que tienen ganas de hacerme. Me sienta bien sentirme deseada. Y ser objeto de deseo no me impide ser sujeto de deseo. Y también aprendí en el último tiempo que me siento más cómoda respondiendo con buena onda, una sonrisa, gracias, un beso en el aire, que con enojo y algún insulto. Y que gritar cosas a la gente en la calle es una actividad que puede ser muy divertida: en vez de prohibírselo a los hombres podríamos empezar a hacerlo también las mujeres.
Jajajaja, bien ahí ;)
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