En mi nuevo trabajo (estoy dando unos talleres con mi amigo Santi a jóvenes que no terminaron el secundario y están desempleados en Moreno; es un programa que depende del Ministerio de Trabajo) el jueves hubo un descontrol y un revuelo en el grupo de la mañana, causado por la frescura con la que hablamos, entre otras cosas, de sexualidad.
La actividad consistía en describirse a sí mismo. Cuando terminaron de hacerlo los participantes del taller nos dijeron a Santi y a mí que hiciéramos nuestra parte. Empezó Santi, y luego me tocó a mí. Una de las categorías era "mujeriego o zorra". Así que cuando fue mi turno me describí como una zorra. Hubo risas y escándalos, y mucha excitación. No se lo esperaban.
Reivindiqué el ser puta al estilo Itziar Ziga: antes de que ustedes vengan a juzgarme por ello, ya lo dije yo. Una reapropiación de eso que tanto tiempo fue un insulto para darlo vuelta y decir "soy puta, ¿y qué?".
Las respuestas me encantaron. Todos se exaltaron. Se cagaron de risa. Hasta algunas chicas quizás se sintieron identificadas, porque lo que yo estaba diciendo es que se puede ser zorra y que eso no es un defecto ni algo malo.
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