Soy la maría antonieta del siglo XXI, y al que quiera cortarme la cabeza, le recuerdo que después de la Revolución vino el Terror.

domingo, 21 de junio de 2015

Día del padre

Ah, sí. Es el día del padre. Pues no tengo nada que festejar. Y no porque sea un día comercial o inventado para alentar el consumo. ¿Qué, acaso, en este mundo no cumple con esas dos condiciones?

No voy a festejar, en primer lugar, porque no tengo padre. Tuve padre hasta los quince años y desde ahí dejé de tenerlo. Él eligió para él, para su vida, caminos que lo ausentaban de la mía. No tengo, en el fondo, ningún problema con eso. Cada uno elige para sí lo que quiere o lo que puede. Sí creo, y soy muy firme con esto, que hay que ser responsable por lo que se elige. Y esto en el sentido más estricto de la palabra: hay que responder por las elecciones que tomamos en la vida. Él no puede pretender que sus acciones no tengan consecuencias. Si eligió no participar como padre en la vida de sus hijas, muy bien, no hay problema pero que no pretenda que después lo llamemos padre o tengamos ganas de verlo cuando viene de visita al país. Acá el performativo no funciona: él puede decir que es mi “papá” todo lo que quiera, y aun así…

Los últimos doce años festejé, en realidad, el día del abuelo cuando era el día del padre. Supongo que al principio íbamos a comer afuera o hacíamos alguna linda salida. Quizás no, quizás siempre fueron almuerzos en la casa de mis abuelos. Los últimos años mi abuelo ya no salía de su casa, estaba muy enfermo y a medida que avanzaba el tiempo perdía motricidad, lucidez, principio de realidad (aunque eso en algún momento fue gracioso)… Al final ya ni siquiera disfrutaba de las dos cosas que más le habían dado placer en toda su vida: el fútbol y la comida.

A él sí que lo extraño y quizás siempre vaya a extrañarlo. Unas semanas después de que mi abuelo se hubiera muerto tuve un sueño en el que para festejar el cumpleaños de mi hermana íbamos a ir a un parque a pasar el día. Mi abuelo decía que no iba a poder venir porque no se sentía bien y agregaba: "las chicas van a saber entender y se van a acordar de que antes sí iba siempre con ellas a los parques. Y quiero decirles que el último tiempo no entendí nada pero sentí todo".


Yo, hoy, no tengo mucho para festejar.