Soy la maría antonieta del siglo XXI, y al que quiera cortarme la cabeza, le recuerdo que después de la Revolución vino el Terror.

martes, 26 de julio de 2011

examen final

El miércoles rindo el final de filosofía política, mi último final de la carrera.
En todos estos años no he logrado mejorar mi neura pre-final, no lo puedo evitar, simplemente es más fuerte que yo. En el caso actual la situación se ve con creces agravada por el hecho de ser el último y el más difícil final.
Estudio todo el día; me acuesto repasando lo aprendido, y me duermo teniendo miedo del final; mientras duermo sueño con situaciones en las que rindo -mal, por supuesto- el final; y me despierto respondiendo posibles preguntas de final.

jueves, 21 de julio de 2011

fin de semana en la costa

El jueves a la nochecita salimos.
Éramos Dani, Mica, Campi y yo.
Destino: Pinamar.
Ruta, ruta, ruta. Me encanta la ruta. Y no sé cuál es la diferencia entre una ruta, una autopista, una autovía, o lo que sea. Para mí son todas "rutas" y son todas increíbles. Amo viajar en auto en la "ruta".
Cuando llegamos al departamento de Dani acomodamos las cosas, nos ponemos cómodos, charlamos, unos fumamos unos porros, y a eso de las 4 nos vamos a dormir.
El viernes me pongo el despertador para estudiar a las 11h. Me levanto, me preparo unos mates, y encaro Rousseau. Al rato se levanta el resto, las chicas van a comprar el almuerzo, cocinamos, dormimos una siestita, y vamos a la playa a la tardecita. Hace frío. Charlamos sobre el cosmos y el caos y el tiempo y el espacio. A la noche llega Cami, y nosotros la recibimos con un asado.
El sábado también me despierto un poco antes para estudiar, y preparo el desayuno para los chicos. Salió el sol, así que tomamos mate y comemos fruta en el patio del departamento. Almorzamos, arreglamos todas las cosas, y nos vamos para Mar del Plata.
Llegamos al departamento de Campi. Los chicos tienen razón: parece la escenografía de una película de David Lynch. Nos apuramos en dejar todo y cambiarnos para ir a la casa de Gonza a ver el partido. Llegamos tarde y nos perdemos el gol que nos mete Uruguay. El de Higuaín lo escuchamos por la radio desde el auto. En lo de Gonza nos sirven una picada riquísima y tomamos cervezas. Está también Lula. La mamá de Gonza es de las personas más amorosas que conocimos, y todos estamos más o menos de acuerdo con eso. Cuando termina el partido ahogamos nuestras penas en fernet, y más tarde salimos para festejar el cumple de Gonza. No llegamos a ver a Morbo y Mambo (¿a quién se le ocurre comenzar un recital si hubo alargue del partido?! anti-patriotismo, anti-argentinos -ja ja ja).
Con las chicas nos comemos un canoli. Fundamental comer un canoli cuando uno va a Mar del Plata. A eso de las 3 nos vamos a dormir.
El domingo nos levantamos, cerramos los bolsos, la casa, y nos vamos a la playa a comer rabas y tomar birra. Disfrutamos de los últimos momentos costeros vacacionales, y a eso de las 5, 6, emprendemos el regreso a nuestra ciudad de Buenos Aires.
encerrada estudiando
nada de fiesta
nada de baile
nada de sexo

nada que no sea
filosofía política.

viernes, 8 de julio de 2011

"Donde no se puede continuar amando se debe - ¡pasar de largo!"

Tengo una enorme lista de hombres de los que tuve que pasar de largo. Estos son algunos:

X. X estaba casado y yo estuve casi todo un año viéndolo. Obviamente de vez en cuando, y sin ningún tipo de regularidad, mucho menos de compromiso. Con mucho enamoramiento de mi parte y muy poco del suyo. Con mucho daño de su parte.
Algo bueno: que con él empecé a disfrutar más del sexo y de explorar los deseos y los cuerpos. Algo malo: el desfasaje de cuidados. Él nunca supo ni quiso cuidarme.
Llegó un momento en el que necesité pasar de largo.

El segundo fue Tomi. Mucha histeria previa a estar juntos. Varias salidas en las que sólo hubo besos. Y una noche: sexo (bueno). Luego: invitaciones canceladas y negativas. Histeria. La mayor cantidad de histeria que vi en mi vida. Y en un momento, me cansé, y corté ese no-vínculo, y pasé de largo.

El tercero: Andrés. Con Andrés todo muy complicado desde el principio. Desde que empezamos a estar ya sabíamos que a los cuatro meses él se iba de buenos aires. Obviamente, cuando se fue, yo necesité pasar de largo.


Pero de ninguno pude pasar 100% de largo. Todos reaparecen en mi vida de distintas formas. Formas espectrales y fantasmáticas, o formas bien concretas. Un encuentro, un mail, un sueño, un pensamiento.
Aparecen y desaparecen a su antojo, para bien y para mal, en buenos y malos momentos. A veces son bienvenidos. Aparecen sin invitación previa. Asechan. No saben de buenos modales. Vienen, hacen un quilombo tremendo, y se van.

Menuda tarea, la de pasar de largo.

jueves, 7 de julio de 2011

La del vestido rojo soy yo, el domingo a la mañana, después de un sábado muy enfiestado, haciéndole el peronismo a la cámara de mi troska amiga Cami.

mi educación sentimental

Me pasó algo muy curioso en estos últimos días.
Para contextualizar: fueron días un poco tristes, o un poco solitarios, o un poco reflexivos. Así que pensé bastante en mí, en el amor, en el desamor, en las historias, y en todas esas cosas en las que una piensa cuando se convierte en una reverenda boluda.
Entre otros asuntos, vino a mi mente la idea de que no he tenido historias de amor importantes en mi vida. Es una idea recurrente. La sensación de no haber tenido ciertas experiencias. Yo no sé bien por qué: ni por qué no tuve esas experiencias, ni por qué pienso en esto.
Mis amigas tuvieron muchos novios. Novios de mucho tiempo. Yo la relación más larga que tuve fue de nueve meses, con el chico que se parecía a Messi. Y no tuve muchas más relaciones estables.
No hay ninguna buena explicación. Simplemente sucede así. Me gustan los que no gustan de mí, o me gustan los que gustan de mí pero no para tener una relación, o gustan de mí los que no me gustan, o nos gustamos los dos pero desfasados temporalmente, o las circunstancias concretas impiden el deseo.
Si pienso en cada historia aislada de las demás, todas me parecen razonables. Ninguna en sí misma me resulta ni tan problemática ni tan dolorosa ni tan traumática ni nada de nada. Pero puestas una al lado de la otra en una línea del tiempo, articuladas en una narración de mi vida sentimental, me hacen desbordar de incomprensión y preguntas.