Soy la maría antonieta del siglo XXI, y al que quiera cortarme la cabeza, le recuerdo que después de la Revolución vino el Terror.

domingo, 29 de mayo de 2011

Algo más que una variable

Todos tenemos nuestro X.
Un X puede ser alguien a quien no queremos recordar, o alguien a quien no podemos nombrar. O una persona cuya identidad preferimos mantener en secreto. Puede haber sido importante o irrelevante o un desconocido, como cuando decimos "me chapé a un X". Puede ser alguien actual o del pasado. Lo podemos querer o no querer. O las dos cosas a la vez. Quizás es alguien a quien conocemos muchísimo, o alguien a quien conocemos muy poco. O alguien a quien no sabemos cuánto conocemos. En general con un o una X se tiene o se tuvo sexo. Pero a veces no.

Mi X es todas estas cosas a la vez. Y les voy a contar su historia. Es una historia que sólo conoce mi círculo más íntimo. Y algunas personas más. Y posiblemente también lo saben algunas otras personas, aunque yo no sepa que ellos lo saben.

Voy a empezar por el medio.
Como quizás ya sepan a esta altura
los principios y los finales
son algo que no me agrada mucho.

De X una vez escribí esto:

Él piensa que estoy siempre disponible. Y yo pienso que él nunca va a poder verme cuando lo quiero invitar a salir. Ninguna de las dos ideas acerca del otro es real: ni yo puedo verlo siempre, ni él está siempre ocupado. Pero por alguna extraña razón eso es lo que cada uno cree del otro.

Él y yo chateamos. Alguna vez nos mandamos un mensaje de texto. Pero en general chateamos, y nunca hablamos por teléfono. No nos buscamos, pero si nos encontramos hacemos como si nos hubiéramos estado buscando por un rato. Me dice que hace mucho que no nos vemos, y me invita a tomar algo. Acepto.

Si nos viéramos más seguido, la salida sería casi rutinaria: él me pasa a buscar, vamos a un bar, y terminamos en un telo. A veces vamos directamente al telo. A veces no me pasa a buscar. Pero nunca vamos al cine.

Hoy no es una excepción. Toca el timbre cinco minutos antes de la hora acordada, no estoy lista, me apuro, atiendo el portero eléctrico mientras termino de vestirme, le digo que ya bajo, me pongo las sandalias, armo la cartera, y me maquillo en el asensor. Lo saludo. Está transpirado. Es verdad que hace calor, pero no parece haberse tomado la más mínima molestia de arreglarse para mí. Se excusa por el sudor y empezamos a caminar. Charlamos. Me gusta charlar con él. Sabe qué temas me interesan y qué temas no. No se da cuenta, pero yo sí, de que me habla de lo que sabe que quiero hablar. Saca esos temas de conversación como si fueran de su interés personal, pero yo sé que lo hace porque sabe que son del mío. Es un gesto estúpido, pero a mi me parece encantador. Siempre busca la forma de discutir. Le gusta llevarme la contra. Casi nunca me deja hablar, dice que ya sabe lo que voy a decir y que mis ideas son un poco adolescentes. Yo creo que él es muy pedante y que por eso se pone en esa postura, como si estuviera de vuelta de todo; pero también sé que en el fondo le gusta escucharme hablar y le gusta verme enojada, y que por eso me chicanea.

Entramos a un bar. Nos sentamos y él pide cerveza para los dos sin preguntarme qué quiero tomar. A veces pienso que eso lo hace muy masculino, y a veces pienso que lo hace muy tosco. Quizás la tosquedad sea parte de su masculinidad. En general espera a que nos vayamos del bar en el que estamos para besarme, pero hoy, en el medio de la conversación, se avalancha por encima de la mesa y me da un beso. Eso lo había hecho la primera vez que estuvimos juntos, y no había vuelto a hacerlo. Me gusta que decida por mi. ¿Vamos a otro lado?, me pregunta. Asiento con la mirada.

En la cama nos divertimos. Él es apasionado y yo me hago la sensual. Me saca la ropa y yo lo dejo hacer como una adolescente que está aprendiendo. A veces, mientras tenemos sexo, pienso que de alguna manera soy importante para él. En ese momento está conmigo y yo creo que por algo debe ser. Algo de mi le gusta. Dice que le gusta mi cuerpo. Hay momentos en los que desearía que no estuviera casado. Pero rápidamente me doy cuenta de que así no me atraería tanto. Su imposibilidad provoca mi histeria. Estamos acostados desnudos y me acaricia la espalda en silencio mientras yo fumo un cigarrillo. Es uno de mis momentos favoritos. De pronto se levanta. Abre la ducha pero no me invita a bañarme con él. Cuando sale le paso una toalla. Empieza a vestirse y yo, un poco desconcertada, también. Pienso en que yo me quedaría con él un rato más. Pero parece que él no. No dice nada. Simplemente da cuenta de que tiene que irse o de que quiere irse. Me siento despreciada y pierdo el interés en volver a seducirlo para que se quede conmigo. Suele estar apurado o tener un compromiso. O eso dice. Nunca me da más de lo que espero. Y casi siempre me da menos. Siempre tiene que irse. Pero eso no importa: siempre vuelve.

sábado, 28 de mayo de 2011

Mariposas - de Daniel Durand

Ensillamos con Mariana una de alas
naranjas y negras.
Un hilo de coser suavemente le atamos
alrededor del abdomen y en la punta
colgando
un cuadradito de telgopor
para que pueda volar:
ahora no sos la hermosura que pasa por el jardín
y luego lo abandona por el de la vecina.
Así todas las tardes pasaban las mariposas
recorriendo
los jardines de calle Pellegrini
pero al pasar por el de casa
les poníamos nuestra inicial:
no un hierro al rojo pero al menos
un tergopól que cargaban hasta la muerte:
maldecidas por mí y por mi hermana,
arrastren su eterna roca.
En los jardines vecinos morían las mariposas enredadas
en algún tallo.
A la siesta todos duermen y sólo en el jardín
Segoviano
hay un castigo liviano
para todo lo que es hermoso.

viernes, 27 de mayo de 2011

huele a recuerdos

Colectivo. Viernes 8pm. Escucho música y leo, y de repente un olor. Un olor conocido. Viejo, del pasado. Y un recuerdo. Un olor que me trae un recuerdo de alguien olvidado y que no sé bien quién es. Un esfuerzo.

Excursus. Pienso: quizás mi falta de recuerdos sea falta de esfuerzo.
Pero prometí contarles mis historias de (des)amor y si quiero cumplir -sí quiero cumplir- voy a tener que esforzarme.

Es un desodorante o un perfume cualquiera. El mismo que usaba Gonzalo. Gonzalo era feo gordo tonto y facho. Y me gustó mucho cuando yo tenía quince años. No es que en su momento pensara algo de él distinto de lo que pienso ahora. Pero me gustaba igual. Es algo que me sigue pasando, que me guste gente que no me gusta.

Con Gonzalo estuvimos viéndonos un tiempo. Todo empezó con besos esporádicos, quizás en alguna fiesta o salida. A mí me gustaba bastante, me acuerdo de eso. Casi siempre me gustan bastante. Una vez fui a la casa. Chapamos en su cama. Con ropa. Adolescencia. Nunca cogimos. Y una vez él se fue a la costa y me trajo unos chocolates. Y yo guardé esa caja de bombones a modo de recuerdo.
Ese verano yo me fui de viaje a Francia con el colegio. Y nos escribimos unos mails, y chateamos alguna vez, y yo pensé que íbamos a estar juntos cuando yo volviera.
Pero eso no pasó, creo que él empezó a salir con otra chica, una chica que una vez vi y que me pareció fea y grasa. Y después a modo de venganza me chapé en una fiesta a un amigo suyo. Y después lo olvidé y ya no volví a pensar en él.

miércoles, 25 de mayo de 2011

Tenemos Patria, argentinos!

Un año del bicentenario (o 201 años de Patria)

Hoy en la Plaza de Mayo festejamos el aniversario 201 de la Patria.

Niños
Adultos
Adolescentes
Jóvenes
Viejos
Vendedores
Militantes
Entre amigos
En familia
Bailando
Cantando
Charlando
Riendo
Saltando
Agitando
Con choripán
Cerveza
Banderas
Cantos
Videos
Imágenes
Historia
Música

y sobre todo, mucha, mucha alegría!

sábado, 21 de mayo de 2011

Incompatible

Te molesta que yo sea-
lanzada osada pasional exigente
deseante avasallante fantasiosa sentimental
fuerte dominante autosuficiente.
Que te busque en lugar de esperarte.
Que te saque de tu lugar activo
y te sorprenda;
Que mi deseo del tuyo no dependa.

No te agrada que yo te elija
antes de que vos te ofrezcas.

Me preferís sumisa
abandonada histérica
callada dócil obediente accesoria
-para que seas vos el que disponga.
Pero a mí nunca me gustaron
los papeles secundarios.

Claro que podría
aprender
y ser más ¿femenina?
histérica distante misteriosa,
de apariencia inalcanzable;
deseable, amable,
mucho más que deseante
amante.

Pero eso me da
más fatiga que otra cosa
-ya ves, no es mi estilo.

viernes, 20 de mayo de 2011

Acerca de las pijas

En una actividad sobre género.

Mauro (participante del taller): Y los hombres tenemos un pijón enorme que hace gozar a las mujeres.

Yo (que estaba en el pizarrón, a unos 10 metros de Mauro, me acerco hasta él y le digo): Mirá Mauro, te voy a decir 3 cosas. La primera es que no todos los hombres la tienen así, ojalá la tuvieran. La segunda es que además de tenerla grande, hay que saber usarla (Ovaciones, aplausos y risas del resto de los participantes). Y la tercera es que las mujeres también pueden gozar de otras formas.

miércoles, 18 de mayo de 2011

Un banquete sobre la mesa

Estás parado frente a un banquete. Una mesa que tiene todas las variedades posibles, hay para todos los gustos. Comida salada, dulce, platos elaborados, comida rápida, golosinas, frutas, bebidas, tragos, gaseosas, jugos... Todo lo que hay en el mundo está, de forma cuantitativamente inferior, sobre esta mesa que tenés ante tus ojos y a la cual, para tu sorpresa, aparentemente tenés acceso ilimitado.
¿Qué vas a elegir? Primero probás un poco de todo. Una noche una cosa, otra noche otra. Quizás hasta comas y bebas lo que nunca pensaste que ibas a comer y beber, pero lo hacés y hasta te gusta. Quiero más. Más de esto, más de aquello.
Hasta que te empachás. Y parás. Basta. No puedo comer todo y tomar todo sólo porque está sobre la mesa, servido en bandeja (nunca tan literal). Hay que elegir. ¿Qué de todo esto te gusta realmente? Y ahí vienen distintas respuestas. Primero: lo que realmente me gusta es la cerveza. Pero en un momento la cerveza se termina, no hay más. Sufrimiento. ¡Era lo que realmente me gustaba! ¿Cómo puede ser que se haya terminado? No tardás mucho en recomponerte y decidir que lo que de verdad verdad te gusta, no era la cerveza, qué manera de sufrir por algo que al fin y al cabo ni te gustaba tanto. Lo que en serio te gusta, es esa cheesecake que antes no habías visto, pero que de repente encontraste y sabés que eso sí es lo que deseás. Y comés cheesecake pero en un momento te duele la panza, no querés más cheesecake, es que a la tercera porción ya no es tan rica como era al principio. Nueva decepción. ¿Otra vez? Aparecen de repente, en el medio del banquete, unas frutas que antes no parecían apetecibles, las habías pasado por alto completamente, pero ahora las ves de un modo distinto, y decís: esto que me gusta. Pero la historia se repite y nuevamente ya no querés más.
Esto sucede una y otra vez. Elegís lo que te gusta, lo comés, lo tomás, y luego te das cuenta de que no es lo que realmente deseás, y sufrís por ello.
Quizás llegó la hora de asumir que no te gusta nada en especial de lo que hay en el banquete. Eso no significa que no puedas comer o tomar algo de lo que allí se ofrece, pero te da la perspectiva de no sufrir cuando ya no queda más o te deja de gustar: siempre hay más comida y más bebida sobre la mesa.

lunes, 16 de mayo de 2011

Fantasías

Un lugar: Berlín
Un objeto: mi bicicleta
Un libro: Devenir perra (Itziar Ziga)
Una canción: Do you realize (Flaming Lips)
Un problema: el poder
Algunas cosas: el amor, los espejos, la lengua, la música, el arrepentimiento, los secretos, el miedo, tu recuerdo.
Del cuerpo: las piernas
Un antes y un después: de Nietzsche
Una tragedia: la vida
Una alegría: la parodia
Una tristeza: la compartida

sábado, 14 de mayo de 2011

de lo más pequeño a lo más enorme

Me llama mucho la atención cómo de un azar y una contingencia, cosas tan pequeñas, que bien podrían no haber sido, que podrían haber sido diferentes, cosas que nunca pensamos, imaginamos, fantaseamos, pequeños hechos que podrían ser aislados y desconectados- me llama mucho la atención entonces cómo de eso surgen o por lo menos pueden surgir las cosas más enormes, que van a marcar y construir nuestra vida.

i'm gonna be a supermodel

viernes, 13 de mayo de 2011

de zorras y putas

En mi nuevo trabajo (estoy dando unos talleres con mi amigo Santi a jóvenes que no terminaron el secundario y están desempleados en Moreno; es un programa que depende del Ministerio de Trabajo) el jueves hubo un descontrol y un revuelo en el grupo de la mañana, causado por la frescura con la que hablamos, entre otras cosas, de sexualidad.
La actividad consistía en describirse a sí mismo. Cuando terminaron de hacerlo los participantes del taller nos dijeron a Santi y a mí que hiciéramos nuestra parte. Empezó Santi, y luego me tocó a mí. Una de las categorías era "mujeriego o zorra". Así que cuando fue mi turno me describí como una zorra. Hubo risas y escándalos, y mucha excitación. No se lo esperaban.

Reivindiqué el ser puta al estilo Itziar Ziga: antes de que ustedes vengan a juzgarme por ello, ya lo dije yo. Una reapropiación de eso que tanto tiempo fue un insulto para darlo vuelta y decir "soy puta, ¿y qué?".
Las respuestas me encantaron. Todos se exaltaron. Se cagaron de risa. Hasta algunas chicas quizás se sintieron identificadas, porque lo que yo estaba diciendo es que se puede ser zorra y que eso no es un defecto ni algo malo.

domingo, 8 de mayo de 2011

Fin de semana

Hoy es domingo y ayer sábado me puse un pedo madre. Así que, naturalmente, tengo una resaca imposible. Y, para qué les voy a mentir, también estoy un poco malhumorada, o decepcionada, o cansada, fastidiada. Porque ayer no quería dormir sola. Odio que el mundo no responda a mis deseos.
Sí, soy una caprichosa. Y de las peores. No me enorgullezco de ello. Pero es lo que hay. Me encantaría que todos me amen. No, mentira, todos no; y que me amen, tampoco. En realidad me encantaría poder elegir dos o tres personas para que gusten de mí. Quién pudiera...
Lo que en serio me encantaría, es que cuando alguien gusta de mí, no deje de hacerlo de la nada. Yo sé que eso pasa, de hecho lo sé porque a mí me ha dejado de gustar gente sin tener ningún buen motivo. Pero si pudiera elegir, preferiría que eso les pase con otras personas, y que de mí gusten hasta que yo me canse.

viernes, 6 de mayo de 2011

Mientras que a los hombres los mandan de putas

Mi primer beso fue bastante divertido pero poco interesante, y de mi primer sexo casi no me acuerdo nada. Sólo sé que antes de las dos cosas pensaba: tiene que ser especial. No conozco a nadie para quien haya sido especial su primera vez. O por lo menos no conozco a nadie para quien una primera vez especial o no especial, buena o mala, divertida o aburrida, haya significado algo realmente relevante en su vida sexual posterior.
No sé por qué creemos en esas cosas.
Yo prefiero a la puta que a la santa.

Acerca de mí

Historias de amor, hay algunas. Son muchísimas más las de desamor. Y, claro, de las historias de desamor, las más son aquellas en las que me rompieron el corazón. O las otras ya se me olvidaron.
En realidad, ya no sé cuánto hay de cada cosa en mi vida. Tengo algunos recuerdos y algunas ideas. Pero casi todos son, más que historias, pedazos de historias. Así que voy a intentar poner un poco de orden y les voy a contar lo que sé de mí. Desde el principio.

(Las historias de este blog no son reales ni ficticias. Están tomadas de mi vida y están inventadas. Las voy a disfrazar, adornar, transformar. Voy a mentir y voy a decir la verdad. Voy a contar lo que pueda, como pueda, cuando pueda. Mi vida es mucho más pobre y mucha más rica que lo que van a encontrar acá. Voy a disfrazarme de mí y voy a jugar a ser todas y todos las y los que pueda ser. Estas son: todas mis máscaras.)

NO ESTOY LOCA

jueves, 5 de mayo de 2011

Hoy

Odio los subtes el centro la gente los autos los tumultos los codazos las combinaciones imposibles caminar por la calle por el andén por las escaleras de salida de la boca de subte.

Hoy fui al acto lanzamiento del Frente Nacional por la Identidad de Género. Una lucha pendiente. Me quise vestir de varón. Parecía más torta que varón (sobre todo con mi nuevo corte de pelo). Lo mismo, cuando me subí al colectivo la gente me miró raro. Y entonces yo, para provocar, me limé las uñas: desconcierto de algunos y asombro de otros.

Tercera y última declaración de principios

Escribo desde la fealdad, y para las feas, las viejas, las camioneras, las frígidas, las mal folladas, las infollables, las histéricas, las taradas, todas las excluidas del gran mercado de la buena chica [...].
Me parece formidable que haya también mujeres a las que les guste seducir, que sepan seducir, y otras que sepan casarse, que haya mujeres que huelan a sexo y otras a merienda de los niños que salen del colegio. Formidable que las haya muy dulces, otras contentas con su feminidad, que las haya jóvenes, muy guapas, otras coquetas y radiantes. Francamente, me alegro por todas a las que les convienen las cosas tal y como son. Lo digo sin la menor ironía. Simplemente, yo no formo parte de ellas. Seguramente yo no escribiría lo que escribo si fuera guapa, tan guapa como para cambiar la actitud de todos los hombres con los que me cruzo. Yo hablo como proletaria de la feminidad: desde aquí hablé hasta ahora y desde aquí vuelvo a empezar hoy. Cuando estaba en el paro no sentía vergüenza alguna de ser una paria, sólo rabia. Siento lo mismo como mujer: no siento ninguna vergüenza de no ser una tía buena. Sin embargo, como chica por la que los hombres se interesan poco estoy rabiosa, mientras todos me explican que ni siquiera debería estar ahí. Pero siempre hemos existido. Aunque nunca se habla de nosotras en las novelas de hombres, que sólo imaginan mujeres con las que querrían acostarse. Siempre hemos existido, pero nunca hemos hablado.

Me alegro de lo que soy, de cómo soy, más deseante que deseable. Escribo desde aquí, desde las invendibles, las torcidas, las que llevan la cabeza rapada, las que no saben vestirse, las que tienen miedo de oler mal, las que tienen los dientes podridos, las que no saben cómo montárselo, ésas a las que los hombres no les hacen regalos, ésas que follarían con cualquiera que quisiera hacérselo con ellas, las más zorras, las putitas, las mujeres que siempre tienen el coño seco, las que tienen tripa, las que querrían ser hombres, las que se creen hombres, las que sueñan con ser actrices porno, a las que les dan igual los hombres pero a las que sus amigas interesan, las que tienen el culo gordo, las que tienen vello duro y negro que no se depilan, las mujeres brutales, ruidosas, las que lo rompen todo cuando pasan, a las que no les gustan las perfumerías, las que llevan los labios demasiado rojos, las que están demasiado mal hechas como para poder vestirse como perritas calentonas pero que se mueren de ganas, las que quieren vestirse como hombres y llevar barba por la calle, las que quieren enseñarlo todo, las que son púdicas porque están acomplejadas, las que no saben decir que no, a las que se encierra para poder domesticarlas, las que dan miedo, las que dan pena, las que no dan ganas, las que tienen la piel flácida, la cara llena de arrugas, las que sueñan con hacerse un lifting, una liposucción, con cambiar de nariz pero que no tienen dinero para hacerlo, las que están desgastadas, las que no tienen a nadie que las proteja excepto ellas mismas, las que no saben proteger, esas a las que sus hijos les dan igual, esas a las que les gusta beber en los bares hasta caerse al suelo, las que no saben guardar las apariencias; pero también escribo para los hombres que no tienen ganas de proteger, para los que querrían hacerlo pero no saben cómo, los que no saben pelearse, los que lloran con facilidad, los que no son ambiciosos, ni competitivos, los que no la tienen grande, ni son agresivos, los que tienen miedo, los que son tímidos, vulnerables, los que prefieren ocuparse de la casa que ir a trabajar, los que son delicados, calvos, demasiado pobres como para gustar, los que tienen ganas de que les den por el culo, los que no quieren que nadie cuente con ellos, los que tienen miedo por la noche cuando están solos.
Porque el ideal de mujer blanca, seductora pero no puta, bien casada pero no a la sombra, que trabaja pero sin demasiado éxito para no aplastar a su hombre, delgada pero no obsesionada con la alimentación, que parece indefinidamente joven pero sin dejarse desfigurar por la cirugía estética, madre realizada pero no desbordada por los pañales y por las tareas del colegio, buen ama de casa pero no sirvienta, cultivada pero menos que un hombre, esta mujer blanca feliz que nos ponen delante de los ojos, esa a la que deberíamos hacer el esfuerzo de parecernos, a parte del hecho de que parece romperse la crisma por poca cosa, nunca me la he encontrado en ninguna parte. Es posible incluso que no exista.

Virginie Despentes: Teoría King Kong

Segunda declaración de principios

Que conste que yo no hablo de una feminidad dulce y autocomplaciente, ni mucho menos. No reivindico la feminidad de las chicas buenas, sino la de las perras malas. Una feminidad extrema, radical, subversiva, espectacular, insurgente, explosiva, paródica, sucia, nunca impecable, feminista, política, precaria, combativa, incómoda, cabreada, despeinada, de rimel corrido, bastarda, desfasada, perdida, prestada, robada, extraviada, excesiva, exaltada, borde, canalla, viciosa, barriobajera, impostora...

No hay mayor insumisión que la risa y el placer. Me niego a ser una guerrera de ceño eternamente fruncido y piernas cerradas. Me resisto a sentirme culpable por haber sobrevivido. Me opongo a reprimir mi deseo y a congelarme como bestia en permanente alerta.

Itziar Ziga: Devenir perra

Primera declaración de principios

Estamos todos tan acojonados de decir lo que sentimos, de hacer públicas nuestras miserias y nuestros deseos, como si fueran tan especiales. Odio el término vida privada, preservar la intimidad, bla bla bla. Como si nuestros sentimientos fueran algo tan especial, como si no compartiéramos con todos la frustración. Ese aislamiento en "la privacidad" es lo que mantiene el sistema opresor: todos jodidos, pero nadie dice nada, todos hacemos como que todo está bien, la mujer apaleada sigue su vida como si nada, no le explica a su vecina que su marido le ha girado la cara porque la sopa estaba fría. Los trapos sucios se lavan en casa, ¿verdad? Callemos, callemos las cosas importantes y hablemos de intelectualidades baratas, mientras nuestros sentimientos y vivencias más importantes son silenciados. Me niego. La sinceridad ha sido siempre una de mis mejores cualidades y la reivindico por encima de todo. No, no tengo vida privada, publico en mi blog, grabo en vídeo y escribo en este libro mis angustias más profundas y no siento que expongo mi intimidad, porque ese concepto de intimidad del que habláis es sólo una herramienta más para someternos.
Siempre he recibido respuestas asombradas a la facilidad con la que hablo de mi vida, de mi sexualidad y de mis sentimientos. Si amo, no me importa decírselo al objeto de mi amor y a quien quiera oírlo. Si deseo, tampoco; mi deseo es mío y no es bueno ni es malo, no quiero que nadie lo juzgue, porque lo único en lo que yo puedo confiar en mi vida es en lo que yo siento. Lo que yo siento en mis entrañas, tanto raciocinio,tanto raciocinio, cuando estamos hechos de pulsiones, y esas nunca mienten.
Esa es nuestra herramienta de lucha, la más potente y la más eficaz. La sinceridad. Pero no es tan sencillo ser honesto. Aquí, donde yo vivo, es lo más difícil que puedes hacer.

María Llopis: El postporno era eso