Soy la maría antonieta del siglo XXI, y al que quiera cortarme la cabeza, le recuerdo que después de la Revolución vino el Terror.

martes, 30 de diciembre de 2014

Te regalaré un abismo - Bolaño

Te regalaré un abismo, dijo ella,
pero de tan sutil manera que sólo lo percibirás
cuando hayan pasado muchos años
y estés lejos de México y de mí.
Cuando más lo necesites lo descubrirás,
y ese no será
el final feliz,
pero sí un instante de vacío y de felicidad.
y tal vez entonces te acuerdes de mí,
aunque no mucho.
Esta noche me encontré con Mica Freire en un bar de Almagro, tomamos unas cervezas y luego vino Manu Embalse, un amigo de ella. Pedimos una cerveza y después otra y después otra y ya no sé cuántas veces más pedimos una más. La borrachera y la sensibilidad nos llevó a hablar de todo, del tiempo, de la duración. del amor. Y hacia el final hasta leímos un par de poemas de Bolaño. Sé que hubo un par de frases geniales, o por lo menos en su momento creímos que lo eran, y quisimos cristalizarlas, yo intenté postearlas en twiter pero eso no funcionó y entonces las dejé escritas en una nota de mi celular. Fue una mezcla extraña de nostalgia romántica y soportes tecnológicos. En mi cabeza sonaba (sonó todo el día) Totoral, el disco de Dënver. 
Discutimos sobre la duración del amor. Mica Freire decía que un amor duradero era más real y yo respondía que había amores con fecha de caducidad que eran potentes justamente por finitos. Las dos escuchábamos atentamente a la otra y decíamos sí, claro, entiendo lo que decís, pero después volvíamos a esgrimir nuestros argumentos en favor de nuestra posición. Eso pasó unas dos o tres veces. Mientras tanto Manu Embalse estaba en silencio y yo no sé si nos escuchaba atentamente o si pensaba en otras cosas. En algún momento contó una historia de una relación amorosa que duró dos meses. Yo pensé en Andrés y en Juli: dos breves historias de amor, una tristísima y otra no, qué distinto puede ser todo. 
Por momentos pensaba que estaba en Los Detectives Salvajes en versión Buenos Aires 2014, sentada en un bar emborrachándome y charlando de amor. Pensé en que podría pasarme la vida así, bueno, no sé si la vida entera, pero una buena porción de la misma, en bares, leyendo, bebiendo y discutiendo de cualquier tema que se nos ocurra. 

lunes, 29 de diciembre de 2014

Alain Lebert, bar Chez Raoul, Port Vendres, Francia, diciembre de 1978.

Por aquellos días yo vivía como en el maquis. Tenía mi cueva y leía el Libération en el bar de Raoul. No estaba solo. Había otros como yo y casi nunca nos aburríamos. Por las noches hablábamos de política y jugábamos al billar. O recordábamos la temporada turística que hacía poco había terminado. Recordábamos las estupideces de los otros, los agujeros de los otros y nos partíamos de la risa en la terraza del bar de Raoul, mirando los veleros o las estrellas, unas estrellas clarísimas que anunciaban la llegada de los meses malos, los meses de trabajo duro y del frío. Después, borrachos, nos largábamos cada uno por su lado, o de dos en dos. Yo: a mi cueva, en las afueras, por la parte de los roqueríos de El Borrado, no tengo ni idea de por qué le llaman así ni me he molestado en preguntarlo, últimamente me noto una tendencia preocupante a aceptar las cosas tal como son. Como iba diciendo: volvía cada noche a mi cueva, solo, caminando como si estuviera ya dormido, y cuando llegaba encendía una vela, no fuera a ser que me hubiera equivocado, en El Borrado hay más de diez cuevas, la mitad de ellas ocupadas, pero nunca me equivoqué. Después me metía en mi saco de dormir El Canadiense Impetuoso Extraprotector y me ponía a pensar en la vida, en las cosas que ocurren a un palmo de tus narices y que a veces comprendes y otras veces, la mayoría, no comprendes, y entonces ese pensamiento me llevaba a otro y ese otro a otro más y después, sin darme cuenta, ya estaba dormido y volando o reptando, qué más da. 

luces para marcos


Marcos quería comprar lucecitas de colores o al menos eso me dijo en el casamiento de Fede y Mati. Yo encontré estas paseando por Once y les saqué una foto para mostrárselas y preguntarle si estas u otras que fueran como estas eran las que buscaba. 
Pero Marcos ya no me habla, ni siquiera me respondió el último mensaje que le mandé. 

domingo, 28 de diciembre de 2014

pablo cumple años

Lo llamé para el cumpleaños y después de que el teléfono sonara cuatro veces atendió y entonces dijo hola y yo le dije hola, ¿cómo estás? ¡feliz cumpleaños! y entonces el respondió gracias y yo le pregunté de nuevo ¿cómo estás? y él respondió bien y yo me quedé confundida por la combinación entre el tono alegre de su voz y la estrechez de sus palabras y quise decirle pero qué mierda te pasa pendejo, ¿no vas a decir ni siquiera bien y vos? pero sólo tuve fuerzas para decirle bueno, te llamaba para saludarte por tu cumpleaños, que tengas un lindo día, y él me dijo sí un beso y los dos cortamos. 
Sentí un vacío enorme, me quedé profundamente enojada y profundamente triste y me pregunté cómo podía ser que él fuera así, cómo podía ser tan mezquino, al punto tal de no poder dedicarme más de veinte segundos. Cómo pasé de ser una de las personas más importantes en su vida durante dos años a que no le interese cómo estoy o a que una situación externa sea más fuerte que preguntarme cómo estoy, que por otro lado es lo que cualquiera le preguntaría a cualquiera que llama por el cumpleaños o por cualquier otro motivo, sin importar el lazo que se tenga, incluso si no hubiera relación, incluso si las dos personas no se conocieran, un mínimo de cordialidad implica que cualquier conversación normal va y viene. Pero él no, no conmigo por lo menos, no en ese momento por lo menos y yo no entiendo por qué él se comportó así pero no hablo solamente de la conversación telefónica de ayer (si es que a eso se le puede llamar una conversación), hablo de todo este tiempo, hablo de todo el tiempo que pasó desde que dejamos de ser novios. Hablo de que haya roto y tirado mis cosas en lugar de guardarlas o devolvérmelas. Hablo de cosas tan nimias como que me haya eliminado del facebook, y que haya eliminado a mi hermana y a mi mamá, aunque a mi tío no, ah no, eso sí que no, a mi tío siempre lo admiró y con él sí que no importa que la relación esté mediada por mí. Y entonces pienso, tiene que ser falso el discurso de la necesidad de distancia, ni siquiera puede ser verdad que tenga que tenerme lejos a mí y a todas las personas y todas las cosas que directa o indirectamente le hagan recordarme, así que me encantaría entender cómo funciona su método selectivo de destrucción. Pero supongo que todas estas preguntas no tienen ninguna respuesta o si la tienen yo no la sé y quizás él no la sepa tampoco, o quizás sí la sepa pero no quiera compartirla conmigo y yo sólo puedo aceptar su decisión y eso es lo que hago, acepto resignada su decisión. 

martes, 9 de diciembre de 2014

En Montserrat N me rompió el corazón


Primero está La Casa Rosada, después viene la Plaza de Mayo y de ahí nace la Avenida de Mayo que pasa por la casa de N, de donde salimos por la mañana, la enorme 9 de Julio, la avenida más ancha del mundo, según dicen, y donde nos despedimos, el Gaumont y luego llega hasta el Congreso, punto en el que esta avenida se acopla con Rivadavia, la avenida más larga del mundo, según dicen, y dos cuadras antes de llegar a Plaza Miserere está la calle Saavedra y dos cuadras a la izquierda, mi casa.
Eso a la vuelta, a media mañana o al mediodía, después de haber salido la noche anterior y de haber dormido juntas.
A la ida es al revés: Rivadavia, el Congreso, el Gaumont, 9 de Julio, Avenida de Mayo. Pero como a veces nos encontramos en Almagro o en el centro para ir al teatro, de Avenida Corrientes vamos por Rodríguez Peña y comemos algo en el bar Celta o en el barcito chiquito donde venden comida norteña, o cuando vamos al cine damos la vuelta y comemos Arepas sobre Montevideo.
N fue mi primer amor lésbico. De esos amores que te vuelven vulnerable. Amor de la demora, amor que se toma su tiempo, amor de trabajo de hormiga, amor que crece, amor que hace cortocircuito y sanseacabó el amor.
Me esforcé mucho por olvidar desde que terminó todo, pero ahora intento hacer memoria y cada imagen, cada recuerdo, cada sensación, cada olor me revuelve el estómago por los nervios o la angustia o el dolor y no puedo y no quiero y no evito las lágrimas de desamor.
Todo empezó mucho antes de que empezara el amor. O el amor nunca existió. Compañeras de trabajo, empezamos a acercarnos, ella ya me gustaba pero a medida que la conocía todo aumentaba. N es fresca, suave, caprichosa, creativa, dulce cuando quiere, sensible, despolitizada, curiosa, bella. Yo la invitaba al teatro y después tomábamos una cerveza y charlábamos pero nunca nos dábamos un beso. Ella pensaba que éramos amigas, yo siempre supe que no pero no sabía cómo hacer para dárselo a entender.
A mitad de año me fui de viaje y antes de eso vinieron a comer a casa Fede, Mati, N y J. En ese momento éramos amigos los cinco. Tomamos mucho vino y, ya borracha, cuando se estaban yendo todos, le pregunté a N si no se quería quedar conmigo un rato más. Ella me dijo que al día siguiente se tenía que levantar temprano para trabajar y se fue. Luego me mandó un mensaje diciendo que se arrepentía de no haberse quedado y que nos veíamos cuando yo volviera del viaje. Yo leí ese mensaje nuevamente en términos de la supuesta amistad que cosechábamos así que no le di mucha importancia. Una vez más, no había podido darle a entender lo que yo deseaba.
Cuando volví del viaje vino un día J a comer a casa y en el medio de las diversas conversaciones me cuenta que N sí había entendido el sentido de mi invitación y que por eso se había arrepentido. Entusiasmada por las novedades voy entonces al reencuentro que organizamos en casa de N junto a Fede y Mati.
Cuando terminó la noche fue ella quien me invitó a quedarme. Charlamos, charlamos muchísimo y luego vino el sexo. Tímido al principio, besos mezclados con risas incómodas hasta que finalmente nos relajamos y cogimos. A la noche o a la mañana, en algún momento me dice que la intimido, yo no le doy importancia a eso y sigo besándola, sigo acariciándola, esperé mucho este momento.
Después vinieron las salidas, los esfuerzos, los proyectos, la esperanza, las ilusiones, el cariño. En el medio el viaje a la costa que debí quizás haber leído como premonición de lo que luego sucedería. Un viaje en el que a ella le cuesta o no quiere o no puede o no desea acercarse a mí. Un viaje en el que yo deseo profundamente acercarme a ella pero me siento rechazada cuando lo intento. Un viaje en el que ella está todo el tiempo con J, con su profunda amistad, con su amor platónico y en el que yo no entiendo en ningún momento qué está pasando exactamente pero trato de ponerle buena onda.
Después del viaje costó una semana recuperar la confianza pero los indicios fueron positivos y todo volvió a fluir. Todo fluía increíblemente bien, yo cada vez abría más mi corazón, proyectábamos viajes juntas, la pasábamos súper bien en compañía de la otra, nos acompañábamos con nuestras cosas, nos estimulábamos.

Hasta el día en el que todo terminó. Vamos al cine, cuando salimos vamos a su casa, ella termina una tarea del curso de guión que está haciendo, yo leo un libro, tomamos unas copas de vino. Luego vamos a acostarnos, cogemos y cuando estamos acostadas desnudas haciéndonos mimos ella empieza todo un discurso aniñado incoherente hasta que la freno y le pregunto si está intentando decirme algo en concreto. Primero me dice que no pero después confiesa que sí. Y llega el baldazo de agua fría, J le dijo que estaba enamorado de ella y ella está confundida. Ahí tenemos una charla larguísima en la que ella limpia culpas, casi que me pide consejos como si yo fuera la amiga y no la chica con la que está cogiendo. Todo es una mierda. Ninguna sabe qué hacer para que la situación no sea tan chota. No hay nada que se pueda hacer. Llegó el final, todo terminó. 

domingo, 7 de diciembre de 2014

Fue un fin de semana muy intenso.
El viernes tuvimos la muestra de fin de año con ALTAS WACHAS en la Plop. Venimos preparando el evento con mucho entusiasmo. Hace un mes y medio que nos encerramos sábados y domingos a ensayar, a repetir una y otra vez la coreo hasta que salga. Le pusimos mucha energía y el viernes estuve llena de nervios y de miedo por mostrar algo que empecé a hacer y que me encanta y no saber si sale exactamente bien o mal, cómo se ve desde afuera, por la exposición y la posibilidad de equivocarse. Por suerte el show estuvo bárbaro, nosotras la pasamos muy bien y a la gente le encantó. 
El sábado tuve el casamiento de mis amigos Fede y Mati, lo cual me movilizaba en más de un sentido. Para empezar, fue un hermoso casamiento que me hizo repensar en el amor y sobre todo en el amor comunitario. El casamiento de Fede y Mati, más allá de las cuestiones de derecho, tiene una carga simbólica por la gran familia que construyeron y con la cual quisieron compartir un momento de festejo, de agradecimiento y de alegría.
Además obviamente me ponía nerviosa ver a N. Por suerte ya nos habíamos visto y las dos sabíamos que estaba "todo bien". Pero "todo bien" es una frase vacía que puede significar muchísimas cosas: indiferencia absoluta, buena onda superficial, enojo escondido, olvido, resignación... En mi caso suele ser resentimiento absoluto, resentimiento por ella pero por todas las ex parejas que me rompieron el corazón, por el supuesto fracaso del amor, por el azar y los otros cuando no se amoldan a mis deseos ni a mis planes. La revelación de ayer fue que no sólo no estoy resentida, no quiero estar resentida, sino que además estoy agradecida. Agradecida por lo compartido, por lo aprendido y por lo que me llevo para mi. Resentimiento o agradecimiento no dependen de la otra persona, sino de nuestra actitud hacia ellxs y hacia la vida. Revolución copernicana, cambio de paradigma. Obviamente no me refiero a una posición jipi de amor incondicional, sino a concebir la vida como construcción y destrucción, dejar de desear que todo permanezca, amar el cambio.