Soy la maría antonieta del siglo XXI, y al que quiera cortarme la cabeza, le recuerdo que después de la Revolución vino el Terror.

martes, 27 de septiembre de 2011

perdón por ser tan tonta

Resulta que cuando era chiquita, era muy traviesa y quilombera (no es que las cosas hayan cambiado mucho). Entonces cada vez que me mandaba una, mis viejos me retaban, y yo, que era bastante pícara, para desentenderme de la responsabilidad del delito cometido, respondía muy simpáticamente "perdón por ser tan tonta".

martes, 20 de septiembre de 2011

Quizás se trate entonces de mantenernos, justamente, entre la destrucción de las viejas categorías y su utilización recontextualizada y por ende, resignificada. En cada performance se da a un tiempo la aceptación y la negación de la norma. Paradoja sin solución, o contradicción sin síntesis: allí, en ese intersticio se juega la posibilidad del cambio. Es desde ese espacio, mínimo e inhóspito, desde las grietas inherentes a todos los dispositivos regulativos, desde donde damos la lucha para subvertir los cánones establecidos, haciendo inteligibles aquellos cuerpos que escapan a la heteronormatividad, es decir, los cuerpos de todos y cada uno de nosotros.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Virginie Despentes:

La feminidad: pura hipocresía. El arte de ser servil. Podemos llamarlo seducción y hacer de ello un asunto de glamour. Pero en pocos casos se trata de un deporte de alto nivel. En general, se trata simplemente de acostumbrarse a comportarse como alguien inferior. Entrar en una habitación, mirar a ver si hay hombres, querer gustarles. No hablar demasiado alto. No expresarse en un tono demasiado categórico. No sentarse con las piernas abiertas. No expresarse en un tono autoritario. No hablar de dinero. No querer tomar el poder. No querer ocupar un puesto de autoridad. No buscar el prestigio. No reírse demasiado fuerte. No ser demasiado graciosa. Gustar a los hombres es un arte complicado, que exige que borremos todo aquello que tiene que ver con el domino de la potencia. Entre tanto, los hombres, en todo caso los de mi edad, no tienen cuerpo. Ni edad, ni corpulencia. Cualquier huevón con la cara roja por el alcohol, calvo, con barriga y un look de mierda podrá permitirse hacer comentarios sobre la apariencia física de las chicas, comentarios desagradables si es que no las encuentra suficientemente arregladas u observaciones si es que le da rabia no podérselas tirar. Esas son las ventajas de su sexo. Los hombres quieren hacer pasar la excitación más patética como si fuera algo simpático y pulsional. Pero no hay muchos Bukowskis, la mayoría de las veces, se trata simplemente de un paleto cualquiera. Sería como si yo, por tener una vagina, me creyera tan cañón como Greta Garbo. Estar acomplejada, he aquí algo femenino. Eclipsada. Escuchar bien lo que te dicen. No brillar por tu inteligencia. Tener la cultura justa como para poder entender lo que un guaperas tiene que contarte. Charlar es femenino. Todo lo que no deja huella. Todo lo doméstico se vuelve a hacer cada día, no lleva nombre. Ni los grandes discursos, ni los grandes libros, ni las grandes cosas. Las cosas pequeñas. Las monadas. Femeninas. Pero beber: viril. Tener amigos: viril. Hacer el payaso: viril. Ganar mucha pasta: viril. Tener un coche enorme: viril. Andar como te dé la gana: viril. Querer follar con mucha gente: viril. Responder con brutalidad a algo que te amenaza: viril. No perder el tiempo en arreglarse por las mañanas: viril. Llevar ropa práctica: viril. Todo las cosas divertidas son viriles, todo lo que hace ganes terreno es viril.

martes, 6 de septiembre de 2011

Historias sin historia - Primera entrega

Este es un chico bastante pelotudo.

Es un conocido con quien nunca había hablado en persona, pero un día me empezó a chatear. Chateamos, chateamos, y chateamos, hasta el cansancio.
Un día me invita a que lo vaya a ver tocar. Voy. Nos saludamos. Y él se va con una chica.
Después de eso hace boludeces tales como hablarle a mis amigas en el chat preguntando por mí, y por si estaba enojada, y tal.
Finalmente me llama por teléfono, hablamos, yo le hago un chiste de aquella ocasión, a lo cual él me responde que de eso prefiere hablar en persona, no por chat o por teléfono (?). Esto lo cuento sólo porque me parece un detalle bastante gracioso el hecho de que no habíamos hablado nunca en persona, la primera vez que íbamos a hablar él se fue con otra, y después pretende que hablemos, ahora sí, en persona, de "aquello". En fin.
Después de eso una vez salimos, y yo terminé yendo a su casa a dormir (este es el momento de la historia en que todos ustedes se preguntan por qué yo hice eso después de lo que había pasado; y yo respondo simplemente: no sé, estaba en cualquiera, todo me chupaba bastante un huevo).
Después de eso estuvimos juntos una vez más.
Todo era bastante buena onda, yo pensé que le gustaba, y él me empezó a gustar (¿¡por qué!?).
Pero, el que avisa no traiciona, y él sí que me avisó que era un pelotudo, después de eso fue imposible concretar la hipotética tercera salida. Habíamos arreglado. Una hora antes me dice que estaba retrasado, que nos encontremos una hora más tarde. Yo, todo ok. Cuando era casi la hora en la que yo tenía que salir, me dice de cambiar el plan. Yo, una vez más, todo ok. Estábamos entonces arreglando dónde nos encontrábamos y tal, y en el medio de eso él se despachó con una hora (reloj) sin responderme. Y ahí me aburrí y me fui a dormir (ustedes dirán: ¡¡¡al fin!!! Sí, yo también digo eso).
Pensé que podría inventar una sección en este blog que se llamara "historias sin historia". Ahí podría contar las mil y un historias que tengo que no existieron.
Las historias sin historia son historias, porque algo pasó; pero son sin historia, porque eso que pasó no llega a ser una historia.

Van en desorden cronológico.

Ah! Mis "historias sin historia" suelen convertirse en "las historias de los pelotudos". Sí, soy una despechada. Pero no me van a juzgar por eso, ¿o qué?

Mujeres

Algunas mujeres prefieren ser amadas,
otras deseadas,
o miradas.

Algunas mujeres prefieren amar,
otras mirar,
o desear.

Algunas mujeres salen a buscar,
otras esperan sentadas,
y otras prefieren jugar.

Hay mujeres que quieren una pareja estable,
y mujeres que quieren casarse;
y también hay algunas mujeres que sólo se quieren divertir.

Hay mujeres seguras
e inseguras.

A algunas mujeres les gustan las mujeres,
a otras los hombres,
y a otras les da lo mismo.

Hay mujeres arregladas,
y desalineadas.

Y cada mujer es muchas mujeres,
y muchos hombres,
y muches transexuales,
travestis.

Todas las mujeres son mujeres,
aunque algunas sufran por ello.

No hay una única forma de ser mujer.
Nos gusta jugar a ser una distinta,
e inventarnos cada día.