Soy la maría antonieta del siglo XXI, y al que quiera cortarme la cabeza, le recuerdo que después de la Revolución vino el Terror.

martes, 30 de diciembre de 2014

Te regalaré un abismo - Bolaño

Te regalaré un abismo, dijo ella,
pero de tan sutil manera que sólo lo percibirás
cuando hayan pasado muchos años
y estés lejos de México y de mí.
Cuando más lo necesites lo descubrirás,
y ese no será
el final feliz,
pero sí un instante de vacío y de felicidad.
y tal vez entonces te acuerdes de mí,
aunque no mucho.
Esta noche me encontré con Mica Freire en un bar de Almagro, tomamos unas cervezas y luego vino Manu Embalse, un amigo de ella. Pedimos una cerveza y después otra y después otra y ya no sé cuántas veces más pedimos una más. La borrachera y la sensibilidad nos llevó a hablar de todo, del tiempo, de la duración. del amor. Y hacia el final hasta leímos un par de poemas de Bolaño. Sé que hubo un par de frases geniales, o por lo menos en su momento creímos que lo eran, y quisimos cristalizarlas, yo intenté postearlas en twiter pero eso no funcionó y entonces las dejé escritas en una nota de mi celular. Fue una mezcla extraña de nostalgia romántica y soportes tecnológicos. En mi cabeza sonaba (sonó todo el día) Totoral, el disco de Dënver. 
Discutimos sobre la duración del amor. Mica Freire decía que un amor duradero era más real y yo respondía que había amores con fecha de caducidad que eran potentes justamente por finitos. Las dos escuchábamos atentamente a la otra y decíamos sí, claro, entiendo lo que decís, pero después volvíamos a esgrimir nuestros argumentos en favor de nuestra posición. Eso pasó unas dos o tres veces. Mientras tanto Manu Embalse estaba en silencio y yo no sé si nos escuchaba atentamente o si pensaba en otras cosas. En algún momento contó una historia de una relación amorosa que duró dos meses. Yo pensé en Andrés y en Juli: dos breves historias de amor, una tristísima y otra no, qué distinto puede ser todo. 
Por momentos pensaba que estaba en Los Detectives Salvajes en versión Buenos Aires 2014, sentada en un bar emborrachándome y charlando de amor. Pensé en que podría pasarme la vida así, bueno, no sé si la vida entera, pero una buena porción de la misma, en bares, leyendo, bebiendo y discutiendo de cualquier tema que se nos ocurra. 

lunes, 29 de diciembre de 2014

Alain Lebert, bar Chez Raoul, Port Vendres, Francia, diciembre de 1978.

Por aquellos días yo vivía como en el maquis. Tenía mi cueva y leía el Libération en el bar de Raoul. No estaba solo. Había otros como yo y casi nunca nos aburríamos. Por las noches hablábamos de política y jugábamos al billar. O recordábamos la temporada turística que hacía poco había terminado. Recordábamos las estupideces de los otros, los agujeros de los otros y nos partíamos de la risa en la terraza del bar de Raoul, mirando los veleros o las estrellas, unas estrellas clarísimas que anunciaban la llegada de los meses malos, los meses de trabajo duro y del frío. Después, borrachos, nos largábamos cada uno por su lado, o de dos en dos. Yo: a mi cueva, en las afueras, por la parte de los roqueríos de El Borrado, no tengo ni idea de por qué le llaman así ni me he molestado en preguntarlo, últimamente me noto una tendencia preocupante a aceptar las cosas tal como son. Como iba diciendo: volvía cada noche a mi cueva, solo, caminando como si estuviera ya dormido, y cuando llegaba encendía una vela, no fuera a ser que me hubiera equivocado, en El Borrado hay más de diez cuevas, la mitad de ellas ocupadas, pero nunca me equivoqué. Después me metía en mi saco de dormir El Canadiense Impetuoso Extraprotector y me ponía a pensar en la vida, en las cosas que ocurren a un palmo de tus narices y que a veces comprendes y otras veces, la mayoría, no comprendes, y entonces ese pensamiento me llevaba a otro y ese otro a otro más y después, sin darme cuenta, ya estaba dormido y volando o reptando, qué más da. 

luces para marcos


Marcos quería comprar lucecitas de colores o al menos eso me dijo en el casamiento de Fede y Mati. Yo encontré estas paseando por Once y les saqué una foto para mostrárselas y preguntarle si estas u otras que fueran como estas eran las que buscaba. 
Pero Marcos ya no me habla, ni siquiera me respondió el último mensaje que le mandé. 

domingo, 28 de diciembre de 2014

pablo cumple años

Lo llamé para el cumpleaños y después de que el teléfono sonara cuatro veces atendió y entonces dijo hola y yo le dije hola, ¿cómo estás? ¡feliz cumpleaños! y entonces el respondió gracias y yo le pregunté de nuevo ¿cómo estás? y él respondió bien y yo me quedé confundida por la combinación entre el tono alegre de su voz y la estrechez de sus palabras y quise decirle pero qué mierda te pasa pendejo, ¿no vas a decir ni siquiera bien y vos? pero sólo tuve fuerzas para decirle bueno, te llamaba para saludarte por tu cumpleaños, que tengas un lindo día, y él me dijo sí un beso y los dos cortamos. 
Sentí un vacío enorme, me quedé profundamente enojada y profundamente triste y me pregunté cómo podía ser que él fuera así, cómo podía ser tan mezquino, al punto tal de no poder dedicarme más de veinte segundos. Cómo pasé de ser una de las personas más importantes en su vida durante dos años a que no le interese cómo estoy o a que una situación externa sea más fuerte que preguntarme cómo estoy, que por otro lado es lo que cualquiera le preguntaría a cualquiera que llama por el cumpleaños o por cualquier otro motivo, sin importar el lazo que se tenga, incluso si no hubiera relación, incluso si las dos personas no se conocieran, un mínimo de cordialidad implica que cualquier conversación normal va y viene. Pero él no, no conmigo por lo menos, no en ese momento por lo menos y yo no entiendo por qué él se comportó así pero no hablo solamente de la conversación telefónica de ayer (si es que a eso se le puede llamar una conversación), hablo de todo este tiempo, hablo de todo el tiempo que pasó desde que dejamos de ser novios. Hablo de que haya roto y tirado mis cosas en lugar de guardarlas o devolvérmelas. Hablo de cosas tan nimias como que me haya eliminado del facebook, y que haya eliminado a mi hermana y a mi mamá, aunque a mi tío no, ah no, eso sí que no, a mi tío siempre lo admiró y con él sí que no importa que la relación esté mediada por mí. Y entonces pienso, tiene que ser falso el discurso de la necesidad de distancia, ni siquiera puede ser verdad que tenga que tenerme lejos a mí y a todas las personas y todas las cosas que directa o indirectamente le hagan recordarme, así que me encantaría entender cómo funciona su método selectivo de destrucción. Pero supongo que todas estas preguntas no tienen ninguna respuesta o si la tienen yo no la sé y quizás él no la sepa tampoco, o quizás sí la sepa pero no quiera compartirla conmigo y yo sólo puedo aceptar su decisión y eso es lo que hago, acepto resignada su decisión. 

martes, 9 de diciembre de 2014

En Montserrat N me rompió el corazón


Primero está La Casa Rosada, después viene la Plaza de Mayo y de ahí nace la Avenida de Mayo que pasa por la casa de N, de donde salimos por la mañana, la enorme 9 de Julio, la avenida más ancha del mundo, según dicen, y donde nos despedimos, el Gaumont y luego llega hasta el Congreso, punto en el que esta avenida se acopla con Rivadavia, la avenida más larga del mundo, según dicen, y dos cuadras antes de llegar a Plaza Miserere está la calle Saavedra y dos cuadras a la izquierda, mi casa.
Eso a la vuelta, a media mañana o al mediodía, después de haber salido la noche anterior y de haber dormido juntas.
A la ida es al revés: Rivadavia, el Congreso, el Gaumont, 9 de Julio, Avenida de Mayo. Pero como a veces nos encontramos en Almagro o en el centro para ir al teatro, de Avenida Corrientes vamos por Rodríguez Peña y comemos algo en el bar Celta o en el barcito chiquito donde venden comida norteña, o cuando vamos al cine damos la vuelta y comemos Arepas sobre Montevideo.
N fue mi primer amor lésbico. De esos amores que te vuelven vulnerable. Amor de la demora, amor que se toma su tiempo, amor de trabajo de hormiga, amor que crece, amor que hace cortocircuito y sanseacabó el amor.
Me esforcé mucho por olvidar desde que terminó todo, pero ahora intento hacer memoria y cada imagen, cada recuerdo, cada sensación, cada olor me revuelve el estómago por los nervios o la angustia o el dolor y no puedo y no quiero y no evito las lágrimas de desamor.
Todo empezó mucho antes de que empezara el amor. O el amor nunca existió. Compañeras de trabajo, empezamos a acercarnos, ella ya me gustaba pero a medida que la conocía todo aumentaba. N es fresca, suave, caprichosa, creativa, dulce cuando quiere, sensible, despolitizada, curiosa, bella. Yo la invitaba al teatro y después tomábamos una cerveza y charlábamos pero nunca nos dábamos un beso. Ella pensaba que éramos amigas, yo siempre supe que no pero no sabía cómo hacer para dárselo a entender.
A mitad de año me fui de viaje y antes de eso vinieron a comer a casa Fede, Mati, N y J. En ese momento éramos amigos los cinco. Tomamos mucho vino y, ya borracha, cuando se estaban yendo todos, le pregunté a N si no se quería quedar conmigo un rato más. Ella me dijo que al día siguiente se tenía que levantar temprano para trabajar y se fue. Luego me mandó un mensaje diciendo que se arrepentía de no haberse quedado y que nos veíamos cuando yo volviera del viaje. Yo leí ese mensaje nuevamente en términos de la supuesta amistad que cosechábamos así que no le di mucha importancia. Una vez más, no había podido darle a entender lo que yo deseaba.
Cuando volví del viaje vino un día J a comer a casa y en el medio de las diversas conversaciones me cuenta que N sí había entendido el sentido de mi invitación y que por eso se había arrepentido. Entusiasmada por las novedades voy entonces al reencuentro que organizamos en casa de N junto a Fede y Mati.
Cuando terminó la noche fue ella quien me invitó a quedarme. Charlamos, charlamos muchísimo y luego vino el sexo. Tímido al principio, besos mezclados con risas incómodas hasta que finalmente nos relajamos y cogimos. A la noche o a la mañana, en algún momento me dice que la intimido, yo no le doy importancia a eso y sigo besándola, sigo acariciándola, esperé mucho este momento.
Después vinieron las salidas, los esfuerzos, los proyectos, la esperanza, las ilusiones, el cariño. En el medio el viaje a la costa que debí quizás haber leído como premonición de lo que luego sucedería. Un viaje en el que a ella le cuesta o no quiere o no puede o no desea acercarse a mí. Un viaje en el que yo deseo profundamente acercarme a ella pero me siento rechazada cuando lo intento. Un viaje en el que ella está todo el tiempo con J, con su profunda amistad, con su amor platónico y en el que yo no entiendo en ningún momento qué está pasando exactamente pero trato de ponerle buena onda.
Después del viaje costó una semana recuperar la confianza pero los indicios fueron positivos y todo volvió a fluir. Todo fluía increíblemente bien, yo cada vez abría más mi corazón, proyectábamos viajes juntas, la pasábamos súper bien en compañía de la otra, nos acompañábamos con nuestras cosas, nos estimulábamos.

Hasta el día en el que todo terminó. Vamos al cine, cuando salimos vamos a su casa, ella termina una tarea del curso de guión que está haciendo, yo leo un libro, tomamos unas copas de vino. Luego vamos a acostarnos, cogemos y cuando estamos acostadas desnudas haciéndonos mimos ella empieza todo un discurso aniñado incoherente hasta que la freno y le pregunto si está intentando decirme algo en concreto. Primero me dice que no pero después confiesa que sí. Y llega el baldazo de agua fría, J le dijo que estaba enamorado de ella y ella está confundida. Ahí tenemos una charla larguísima en la que ella limpia culpas, casi que me pide consejos como si yo fuera la amiga y no la chica con la que está cogiendo. Todo es una mierda. Ninguna sabe qué hacer para que la situación no sea tan chota. No hay nada que se pueda hacer. Llegó el final, todo terminó. 

domingo, 7 de diciembre de 2014

Fue un fin de semana muy intenso.
El viernes tuvimos la muestra de fin de año con ALTAS WACHAS en la Plop. Venimos preparando el evento con mucho entusiasmo. Hace un mes y medio que nos encerramos sábados y domingos a ensayar, a repetir una y otra vez la coreo hasta que salga. Le pusimos mucha energía y el viernes estuve llena de nervios y de miedo por mostrar algo que empecé a hacer y que me encanta y no saber si sale exactamente bien o mal, cómo se ve desde afuera, por la exposición y la posibilidad de equivocarse. Por suerte el show estuvo bárbaro, nosotras la pasamos muy bien y a la gente le encantó. 
El sábado tuve el casamiento de mis amigos Fede y Mati, lo cual me movilizaba en más de un sentido. Para empezar, fue un hermoso casamiento que me hizo repensar en el amor y sobre todo en el amor comunitario. El casamiento de Fede y Mati, más allá de las cuestiones de derecho, tiene una carga simbólica por la gran familia que construyeron y con la cual quisieron compartir un momento de festejo, de agradecimiento y de alegría.
Además obviamente me ponía nerviosa ver a N. Por suerte ya nos habíamos visto y las dos sabíamos que estaba "todo bien". Pero "todo bien" es una frase vacía que puede significar muchísimas cosas: indiferencia absoluta, buena onda superficial, enojo escondido, olvido, resignación... En mi caso suele ser resentimiento absoluto, resentimiento por ella pero por todas las ex parejas que me rompieron el corazón, por el supuesto fracaso del amor, por el azar y los otros cuando no se amoldan a mis deseos ni a mis planes. La revelación de ayer fue que no sólo no estoy resentida, no quiero estar resentida, sino que además estoy agradecida. Agradecida por lo compartido, por lo aprendido y por lo que me llevo para mi. Resentimiento o agradecimiento no dependen de la otra persona, sino de nuestra actitud hacia ellxs y hacia la vida. Revolución copernicana, cambio de paradigma. Obviamente no me refiero a una posición jipi de amor incondicional, sino a concebir la vida como construcción y destrucción, dejar de desear que todo permanezca, amar el cambio. 

lunes, 24 de noviembre de 2014

machos...

Ayer salimos con algunas amigas de baile. Fuimos a una varieté que organizaba una de ellas y que después se convirtió en fiesta. Estábamos agotadas después de haber estado ensayando todo el día pero la música nos cebó tanto que no podíamos parar de bailar. Todas aplicamos lo aprendido en clase, twerkeamos y hasta bailamos una de las coreos que quedaba genial con la música que estaban pasando. 
Nos estábamos divirtiendo cantidad, pero nos estábamos divirtiendo entre nosotras, cosas que los machos pocas veces pueden soportar. Creen que nos divierte mover la cola, sí, pero que más nos divierte si la movemos para ellos. Se acercan a bailar con nosotras, nos quieren hacer formar parte de un trencito...
No entiendo esta actitud tan preestablecida de que a nosotras, ¿qué? ¿Nos va a caer bien que vengan a molestarnos cuando nadie los invitó? ¿Nos vamos a sentir halagadas? ¿Deberíamos sentirnos lindas porque un grupo de chicos se nos acerca? No. Mil veces no.
Un clásico engaño. Las chicas la están pasando bien entre ellas, no necesitan que un macho venga a decirles nada ni a querer bailar con ellas ni a poner cara de pajero porque vieron un culo moverse. Los machos, por su parte, no entienden cómo puede ser que un grupo de chicas la pase bien si no hay varones entre ellas, razón por la cual siempre deberían ser bienvenidos, casi bajo la forma del agradecimiento.
Estoy harta de esta misoginia y este machismo disfrazados de coqueteo. No es coqueteo, es violencia.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Floresta cuando cogí por primera vez con Nico Scolnik

El chiste favorito de Nico era “¿Sabés cuál es la diferencia entre Flores y Floresta? ¡ÉSTAAAAAAA!!!!!”.
Lo conocí en épocas de vinculación al judaísmo y sus instituciones socio-educativas. En ese entonces me gustaban Nico y Alfre y pensaba: Nico es para chapar (hoy en día diría: garchar) y Alfre es para algo más. Al final Alfre nunca me dio bola y Nico se convirtió en mi novio. ¿Cómo? Quién sabe.
No está grabado en mi memoria, pero según narra mi blog chapamos por primera vez en el cumpleaños de mi amigo Guido. Y fue en otro cumpleaños del mismo amigo, un año más tarde, cuando le rompí el corazón chapándome a Mati con él presente. Y según me contaron, el lloró en la puerta el boliche.
Nueve meses estuvimos juntos. Ambos vivíamos en lo de nuestras respectivas madres y yo iba mucho a lo de él. En Floresta. Caminaba hasta Córdoba y me tomaba el 106 que me llevaba hasta su casa, si no me equivoco en Sanabria y Camarones. Él compartía el cuarto con su hermano, así que dormíamos en el comedor, tirábamos dos colchones y cogíamos en silencio.
Floresta es un barrio tranquilo. Nico era un chico especial. Creo que en ese momento yo sólo quería coger por primera vez y quizás por pudor, quizás por moralina, quizás porque siempre me habían dicho que tenía que ser con un novio, empecé a estar con él. O quizás en ese momento él me gustaba mucho y ahora, después de tanto tiempo, esos sentimientos perdieron intensidad y ya no sé exactamente qué fue lo que pasó.
Dicen que la primera vez es muy especial y bla ble bli blo blu. Música romántica, luz tenue y paciencia, mucha paciencia. Besos, mimos, calentura, miedo y nervios. ¿Qué se supone que tengo que hacer? Dejarme llevar. Todo eso me generaba mucha inseguridad así que Nico me decía que iba a esperar hasta que yo estuviera lista. ¿Hasta que estuviera lista? No sé cuándo se está listx, cómo darse cuenta de unx está listx. Sé que en algún momento se decide empezar a experimentar. Borré de mi cabeza esa primera vez, no me acuerdo de nada. No sé si fue en su casa o en la mía, no me acuerdo de qué hicimos, de qué pasó antes ni después.
El caso es que Nico fue mi novio durante nueve meses. No sería justo decir que fue mi primer novio, porque había tenido un noviecito de la adolescencia, Dani, pero como con él no cogimos no tengo ninguna historia de la Paternal.
Nico trabajaba en una casa de cambio y a la mañana nos despertábamos y nos tomábamos juntos el 106, él bajaba en Avenida Corrientes y Scalabrini Ortiz y yo seguía hasta Córdoba y desde ahí caminaba a mi casa, llegando a Avenida Santa Fé.
¿Qué hacíamos? No sé. ¿Qué sentía? No sé. Sé que salíamos bastante con otros amigos. Con Lau y Andy (que por suerte cortaron al poco tiempo, digo por suerte porque Andy, para que se hagan una idea, usaba jeans y ojotas en verano) y con Mai y Mati, que hoy en día siguen juntos y tienen una hija. Ahora que lo pienso, creo que le gustaba mucho cocinar. Y también jugábamos bastante a juegos de mesa, al burako especialmente y el me enseñó a jugar al backgammon. Qué manera de aburrirse, pienso ahora, aunque seguro que en su momento lo disfrutaba.
El principio del fin fue una tarde de diciembre en la que hablamos por teléfono y quedamos en vernos. Fuimos a una plaza cerca de su casa, en Camarones entre Mercedes y Chivilcoy. A él le pareció oportuno decirme que había estado con otra chica (teníamos una pareja monogámica) y que me lo contaba porque eso le había hecho darse cuenta de que me amaba (?) y de que quería estar conmigo (??). Un momento. Esa conclusión no se sigue de esas premisas, ni en la lógica clásica ni en ninguna otra. Pero a mí no me importaba mucho que él hubiera estado con otra chica y seguimos juntos.

En enero yo me fui de vacaciones al sur con dos amigas del secundario. El día que volví Nico me fue a buscar a Retiro y me acompañó a casa. Cuando lo vi supe que ya no me gustaba más y esa misma noche cortamos. 

martes, 11 de noviembre de 2014

No.
No es verdad.

Lo de que la extraño lo escribí ayer borracha. No es cierto, no la extraño, no por lo menos a ella tal como es, en todo caso extrañaré alguna imagen que inventé en mi cabeza en la cual ella es perfecta. Pero ella no es perfecta y yo no la extraño.

Y no puede ser el fracaso del amor algo en lo que nunca hubo amor.

Pero sí quería aprovechar para esta reflexión que viene dando vueltas hace un tiempo en mi cabeza: ¿de qué hablamos cuando hablamos del "fracaso del amor"? ¿Es que no funcione? ¿Es que se termine? ¿Y entonces cuando funciona sería el éxito del amor y el amor es intrínsecamente duradero o tiende por sí mismo a durar en el tiempo indefinidamente, casi al infinito, tanto que cuando no dura decimos que fracasó?

Nota mental: dejar de superponer amor y duración, amores breves y hermosos por breves también existen.

lunes, 10 de noviembre de 2014

A veces

A veces la extraño. Casi con pudor, casi no me animo a decirlo en voz alta. En general no pienso en ella y no quiero hacerlo y me esforcé tanto que a veces pienso que lo logré. Pero después aparece, fantasmal, entre recuerdos, recuerdos de las charlas, recuerdos de las risas, de las caricias, recuerdos de lo compartido, recuerdos de las sensaciones guardadas en el cuerpo como marcas que no quieren borrarse, recuerdos hermosos, recuerdos tristísimos.  
¿Es el fracaso, el fracaso del amor? ¿Acaso el fracaso del amor no es más que el amor desencontrado, desencajado, el amor a destiempo? O quizás sea sólo la ilusión, la ilusión de lo que pudo ser y no fue. ¿Entonces el fracaso del amor es la desilusión? ¿O es el amor a destiempo? Es también posible, muy probable, que no se trate de un destiempo sino de un desencuentro que no se juega sólo en términos de temporalidad sino también de deseo o, en este caso, de la falta del mismo. Es lo que no pudo ser. 
Y es importante que lo que no pudo ser esté narrado en el tiempo pretérito, ese tiempo en el que pensé y pensó (¿alguna vez lo pensaste?) que podíamos construir todo, pero después no pudimos, no pudo o no quiso, es importante que lo que no pudo ser esté narrado en el tiempo en el que no fue. 
A veces la extraño y no es que sea tan importante que me haya roto el corazón, no es que sea tan importante que me haya inventado (¿ella o yo?) un mundo de fantasías, no es que sea tan importante que yo haya depositado de mí tanto como para ser vulnerable, pero a veces la extraño. 


Sé que ya dije estas palabras antes, sé que ya me rompieron el corazón y que ya pensé en la fantasía y en la desilusión y en el destiempo y en el desencuentro. Sé que ya no pienso en aquellas personas en las que pensé que nunca iba a dejar de pensar y que muy probablemente de acá a un tiempo esto no sea sino irrelevante. Pero a veces la extraño. 

sábado, 25 de octubre de 2014

Segunda entrega: Chacarita de la mano de Andrés

La historia de Andrés es conocida. Es la historia del tiempo finito, la historia del chico del que te enamorás y tenés sólo cuatro meses porque él después se va de viaje por seis y no sabés si te enamoraste porque tenías tantas ganas de enamorarte que no te importó nada, o si lo hiciste justamente porque sabías que tenías el tiempo contado y tu neurosis fue más fuerte que vos, o quizás querías vivir una experiencia trágica, querías ser abandonada, querías poner a prueba al otro, ¿cuánto me querés? ¿qué significo para vos? ¿sos capaz de modificar tus planes por mí?
Es la historia del sacrificio, del te espero seis meses porque cuando vuelvas todo va a ser genial, la historia de la imaginación y la fantasía, ¿cómo será el reencuentro? Me veo con mi vestido negro con florcitas rojas y turquesas, ese que me queda tan lindo, llegando en bicicleta a su casa en la calle Lemos una tarde de marzo. Porque volvía en marzo. Nos vemos y nos besamos. Nos besamos con pasión, no podemos parar de besarnos. Luego la imagen se desvanece.
Es también la historia del dolor, de la desilusión, del llamado en febrero para avisar que no vuelve, ¿y nosotros? ¿y yo? ¿Qué hago con todo este amor que tengo? Te lo metés en el culo, jodete por romántica, jodete por infantil y telenovelera. A ver si ahora crecés y aprendés que el amor no es lo que compraste en las películas de Hollywood. No podés inventar una historia en tu cabeza y encima pretender que la realidad se ajuste a ella. Leé las señales. Era obvio que esto iba a pasar. Superalo.
Pero todo eso vino después, en el medio fue la historia de la demanda y la insatisfacción constantes, la historia del amame, amame, amame, por favor, amame y él no me voy a enamorar de vos, me estoy yendo a París y yo vivamos estos cuatro meses intensamente, que sean los mejores, no importa que después te vayas y él no me puedo permitir eso.

Y es también la historia de Chacarita y del 39, que es el colectivo que nos unía geográficamente, el testimonio de los momentos más importantes con Andrés.
El primer beso nos lo dimos volviendo de Recoleta, después de una reunión con un grupo de un seminario que cursábamos. En ese momento los dos sabíamos que el otro nos gustaba y supongo que también sabíamos que le gustábamos al otro, pero hay un momento, quizás un instante, en el que se pasa de saber eso en el foro interno a concretarlo en un acto material que en este caso era un beso, y ese momento, esa transición, fue sobre el 39. Estábamos en los asientos de a dos, él del lado de la ventanilla y yo, bajo pretexto de cansancio, apoyé mi cabeza en su hombro, luego levanté la mirada y ahí nos besamos. Cuando llegamos a la parada de mi casa yo me bajé y él, supongo, siguió hasta la suya.
Entre el primer y el último beso el 39 fue el colectivo que me llevó y me trajo, de Palermo a Chacarita y de Chacarita a Palermo. Desde el 39 disfrutaba mirando las casas bajo el sol de las mañanas invernales cuando había dormido con Andrés. Y cuando iba para allá me bajaba en frente de la estación de servicio que está en Corrientes y Jorge Newbery, donde comprábamos los preservativos que usábamos por la noche y a veces también por la mañana.
Las cosas lindas que viví con Andrés: las salidas de los jueves por la noche, después de cursar el seminario de Deleuze, cuando íbamos mucho a La Castorera a ver bandas; las tardes de estudio preparando el final de Gnoseología, y la noche en que tuve que irme de su casa porque tenía una cena familiar y él quería que yo volviera después para que siguiéramos estudiando, pero yo no volví porque ya era tarde y no tenía sentido, y él se enojó por eso; la vez que pedimos sushi y cuando más tarde, tirados en la cama después del sexo, él me pidió que bajara a la cocina a buscar el sushi que había sobrado y como mí me daba mucha fiaca le dije que no, y su respuesta: no es que no pueda bajar a buscarlo yo, es por pedirte un gesto de amor (ay, Andrés, si algo aprendí con vos es que el amor no se mendiga); la cantidad de porro que fumábamos en esa época, en el patio de Puán, en la calle, en su casa, en mi casa, en casas de amigos; el domingo que vino a buscarme al San Bernardo, donde yo tomaba una cerveza con mis amigas después de jugar al fútbol, y llegó muy canchero, con una musculosa blanca de morley que le quedaba divina; la mañana en la que bajamos a desayunar en su casa y apareció su mamá y desayunó con nosotros; cuando nos fuimos juntos del grupo de lecturas de Deleuze y nadie sabía que estábamos juntos y sutilmente fuimos saludando a uno por uno y nos escapamos y cenamos en un restaurant peruano ceviche, aunque a mí no me gustaba; su fiesta de despedida y la limpieza del día siguiente; el regalo que le preparé cuando se estaba yendo, un hermoso cuaderno con fotos adentro y algún texto que no me acuerdo cuál es pero seguro que era emocionante porque me dio un abrazo enorme esa noche cuando se lo di.

El último beso nos lo dimos en la terminal del 39 en Chacarita. Ese día a la tarde salía su avión y por la mañana, después de dormir juntos y de tener una tremenda pelea causada, obviamente, por mí, por mi inseguridad, por mi necesidad de odiarlo porque se iba, por mi estúpida y autodestructiva idea de revisarle sus mails, por la mala suerte de encontrar unos mails que intercambiaba con su ex novia donde se trataban de “usted” y hablaban de verse para despedirse y él la invitaba a tomar un vino, por el dolor que me causó ver eso, por la sensación de que yo no le importaba, de que todo era una farsa, de que él necesitaba sentirse acompañado en los meses previos a su partida y yo le había venido como anillo al dedo porque lo ayudaba con el francés, porque lo ayudaba a buscar un cuarto para alquilar allá, porque lo ayudaba vaya-yo-a-saber-con-qué, por mis gritos de vos estuviste cogiendo con ella todo este tiempo que estabas conmigo y su madura respuesta de vos estás buscando una excusa para enojarte porque me voy; después, entonces, de la pelea, de que él me calmara, de que yo llorara y gritara y pataleara porque en realidad lo que quería era que él se quedara, después, entonces, de la pelea, vino la calma y con la calma vinieron el dolor y la tristeza de saberme abandonada, el dolor y la tristeza del fin; y con ese maremoto de sensaciones Andrés me acompañó a la parada del 39 que era la terminal y media cuadra antes de llegar nos dimos un beso, un último beso de despedida.

jueves, 23 de octubre de 2014

Primera Entrega: La Boca a través de Francisco

La idea de armar una sección que se llame “Los 100 garches porteños” surgió hace como un año con la historia de La Boca, que es la historia de Francisco. En ese momento me di cuenta de que estaba conociendo un barrio que no había frecuentado mucho antes y de que era curioso conocerlo a través de los ojos de otra persona que vivía allí y con la que el vínculo también era curioso (¿será siempre curioso?) porque por lo general es difícil catalogar a alguien con quien se mantiene relaciones sexuales y quizás por eso, quizás por comodidad, le llamamos simplemente “garche” y así le damos un cierto reconocimiento pero sin comprometernos demasiado.
Así que quizás como un homenaje, agradeciéndole por ser musa inspiradora de este proyecto, decidí empezar la sección por acá. Mis recuerdos son un poco fragmentarios, con los años mi memoria se fue deteriorando y revisando mi blog veo que nunca escribí sobre esta historia. Pero estoy segura de que a Francisco le va a gustar leerse acá.
Francisco y La Boca son parecidos: muy tranquilos pero de repente hay secuencias.
La primera vez que fui a su casa fue una noche después de un concierto en el Teatro Colón. No me acuerdo exactamente de la situación, pero sé que cuando llegué a su casa me llamaron la atención las teselas del piso del edificio, las mismas que las del Colón, y el mármol blanco de Carrara, el mismo que el del Colón. Muchos edificios de esa zona fueron construidos con los mismos materiales a fines del siglo XIX o principios del XX. La casa era muy rara, vieja y hermosa. Su cuarto tenía una entrada separada o sea que para ir al baño había que salir al palier. En el cuarto había un entrepiso donde estaba la cama y la baranda oficiaba de guardarropas, todo colgado ahí. Y algunas cosas dobladas en unos estantes. Caminar a la mañana por las calles de La Boca es muy lindo, sobre todo si hay sol, sobre todo si tuviste buen sexo la noche anterior. Las veredas son angostas y por momentos se elevan entre dos y seis escalones pero, como no pasan muchos autos, se puede caminar por la calle también. Francisco prefería la segunda opción. Como ya no vive más ahí y tampoco nos vemos ni hablamos no sé qué preferirá ahora.
La segunda vez fue un sábado a la noche, o mejor dicho un domingo por la mañana. Habíamos tenido un cumpleaños y con él y otros dos amigos habíamos tomado ácidos. Cuando el resto de la gente ya se había ido a dormir, nos fuimos los cuatro juntos a caminar. A eso de las 5am, pensamos en el amanecer y en una terraza y decidimos encarar para La Boca. Nos tomamos el 152, compramos unas cervezas, nos abrigamos y nos quedamos en la terraza esperando a que saliera el sol. Desde esa terraza se ve el Puente Avellaneda muy de cerca y también todas las casas bajas del barrio. Sólo había un edificio alto que nos tapaba la vista. El resto se veía hermoso. Qué linda se ve Buenos Aires desde una terraza de La Boca un domingo a las 6 y media de la mañana habiendo tomado un cuartito de pepa. Fran musicalizó el momento con su guitarra y eso también hizo de la situación una muy amena. Después de dormir dos horas (mentira, yo no dormí porque me quedé toqueteándome con él) nos despertamos, desayunamos un pan con palta y tomamos unos mates y con mis otros dos amigos volvimos a capital y fuimos a trabajar.
Hubo otra noche en la que fui para La Boca y esa vez fuimos a caminar y paseamos mucho por el barrio. Caminamos hasta el Parque Lezama mientras charlamos de historias familiares. Me acuerdo de haberme sentido muy cómoda charlando con Francisco, contándole cosas íntimas y escuchando sus relatos, y también de haberme sentido muy cómoda caminando por esas calles con él. Ese día me recomendó el libro Por favor, no regreses de la luna que me encantó. Fuimos por calles internas y volvimos por Almirante Brown. Cuando llegamos a la casa nos pusimos a cocinar pero un arranque de calentura nos obligó a dejar la tarea por la mitad para irnos a coger. En La Boca hay que atender a los asuntos urgentes, no se puede vivir de lo preestablecido, quizás porque no haya nada preestablecido.
Mi cuarta visita a La Boca fue también nocturna. Había habido una reunión en mi casa (en ese momento yo vivía en lo de mi vieja en Palermo) a la cual él había llegado más tarde. Muchos se fueron yendo pero al final quedamos un par y muy borrachos decidimos salir a caminar. Con Fran nos adelantamos, perdimos al resto del grupo y sin preocuparnos mucho por ello nos tomamos el 64 que también nos dejaba en su casa. Increíble la cantidad de colectivos que unían dos puntos tan lejanos en el mapa. Al día siguiente yo me sentía muy mal por la resaca y él me cuidó, porque también sabía ser tierno y delicado por momentos.
Una noche después de que inaugurara una muestra suya en el Centro Cultural Recoleta fuimos andando en bicicleta hasta La Boca, un camino hermoso por la Avenida Eduardo Madero / Ingeniero Huergo o por Alicia Moreau de Justo, ya no recuerdo bien, un camino interno por unas bici-sendas escondidas, casi no parecía que estuviéramos en la ciudad. Esa noche, cuando todavía estábamos en recoleta, él tuvo uno de sus clásicos arranques de malestar que le agarraban conmigo, como si yo le ofreciera el espacio para su sufrimiento y sus quejas. Lo curioso fue que entre los besos en una estación de servicio en la que paramos para inflar las ruedas de las bicis se olvidó de que estaba mal y tuvimos una linda noche.
El comienzo del fin fue una tarde en la que fuimos juntos a su casa. Toda la primera parte había sido buenísima, caminamos hasta Paseo Colón y ahí tomamos juntos el colectivo. Fuimos al supermercado, compramos un vino y nos pusimos a cocinar. Esa vez también tuvimos que interrumpir la actividad culinaria para irnos a coger. Creo que en su momento no me daba cuenta pero ahora que lo pienso nos calentábamos mucho, muchísimo. La tarde fue súper linda, él me contó del viaje que había hecho a Brasil en bicicleta y escuchamos música y tocó la guitarra. Pero hacia la noche la cosa ya había empezado a ponerse rara, incómoda. Serían quizás mis expectativas, siempre demasiado altas, o su libido, por momentos demasiado baja. El caso es que en un momento determinado le dije que prefería no quedarme a dormir y le pedí si me acompañaba a la parada del colectivo. No quería caminar sola a la noche por La Boca.
Hay una última buena salida en la cual vamos a un bar por San Telmo y después a su casa y la pasamos muy bien. Después de eso viene una secuencia de tres situaciones de mierda, de las cuales en realidad sólo la segunda tiene lugar en La Boca. La primera es en el cumple de Fede, en el cual tomamos pastis y a él se le da por tener conversaciones con todo el mundo y nosotros tenemos una charla de cuyo contenido no me acuerdo pero que me deja una sensación muy pero muy chota. La segunda una noche después de una cena grupal, él me dice de ir a su casa, tiempo después me entero de que en realidad no quería invitarme pero que había sentido que yo estaba ahí esperando algo (probablemente yo estuviera ahí esperando algo, en efecto) y aunque mientras caminamos me advierte que tiene la libido baja y que quiere dormir, yo voy. En su casa él está todo el tiempo con el celular, no me da bola, está muy enroscado. No entiendo qué pasa pero sé que pasa algo y que no tiene nada que ver conmigo. Por qué estoy entonces metida en una situación en la que no quiero estar un lunes a las 2 de la mañana en La Boca. La tercera, la última, la peor, la definitiva. Una tarde antes de ir a Requiem de Guerra, fumamos un porro en la plaza, caminamos mirando librerías, todo viene bárbaro hasta que nos sentamos en un bar y él empieza a hablarme de lo mal que estaba, ¿como si yo fuera su psicóloga? ¿Su mamá? ¿Su mejor amiga? Me habla de sus depresiones. Me habla de sus problemas. Nunca me dice la causa real de su malestar (más tarde lo supe, pero esta información no viene al caso). Yo intento consolarlo. Intento acompañarlo. Es casi imposible. Vamos al concierto. En la mitad se levanta y se va. Después de eso hubo algunas charlas, alguna en la que me agradeció que yo hubiera sido tan divina con él, alguna en la que me explicó qué era lo que efectivamente le pasaba y alguna en la que quedamos en ser amigos.

La última vez que fui a La Boca fue cuando él se mudó, lo ayudé con la mudanza, era un día de mucho calor y teníamos que bajar todas las cosas los cinco pisos por escaleras. Después nos subimos a la camionetita de una amiga de él que nos llevó hasta su nueva casa. Y después de ese no volvimos a vernos, ni con Francisco ni con La Boca. 



Excursus: al sábado siguiente de escribir esto, mis amigos Fede y Mati me invitan a una fiesta, ¿en dónde? en La Boca, ¿más específicamente? En el mismo edificio donde vivía Francisco, ¿todavía más? En el mismo departamento.
Donde antes era su cuarto ahora no hay muebles, queda algún dibujo suyo en la pared, y con los chicos nos sentamos en la ventana donde varias veces yo me había sentado y miramos la autopista. Desde la terraza presenciamos un amanecer más en La Boca, sigue estando el edificio alto, siguen estando las terrazas de las casas bajas, sigue teniendo una magia que no tiene ningún otro barrio de Buenos Aires. 

martes, 14 de octubre de 2014

XXIX Encuentro Nacional de Mujeres

Decidir ir fue, de por sí, todo un tema. Yo tenía planeado ir con N y cuando esa situación quedó en la nada, no estaba segura de qué hacer. Hasta que por suerte Ceci preguntó en el grupo de las Juntadas Feministas si alguna iba y eso hizo que me volvieran las ganas de viajar. Empezamos a organizar. 
Conseguir cómo ir fue un quilombo. Comparar posibilidades, números, horarios de salida y vuelta, elegir un micro que se cae, etcétera. Finalmente decidimos viajar con el micro de Seamos Libres.
Nos encontramos el viernes a las 18hs en El Surco, Boedo 830. A las 20h salió un micro que duró 21 horas. En el viaje charlamos, comimos, tomamos mate, leímos, escuchamos música, jugamos a juegos, dormimos, paramos a desayunar, comimos, tomamos mate, dormimos. Y así. finalmente a eso de las 17h llegamos al centro de Salta. Fuimos rápidamente al taller de Mujeres y Sistema Penitenciario, pero sólo llegamos a los últimos 15 minutos del taller. Después de eso nos encontramos con Luli y fuimos a la charla de la Campaña por la Legalización del Aborto. 
Fuimos al supermercado, compramos birras, y luego nos quedamos en la plaza charlando y escuchando música. Estábamos con Ce, Luli y Cris (una amiga de Lu de La Mestiza re amorosa). En ese contexto me mensajeé con Flor, nos encontramos, y lo otro ya lo saben. Tipo 1 encaramos el regreso a la casa de Raúl, el couchsurfer que nos iba a hospedar a Ceci, a Luli y a mí. La casa quedaba medio lejos pero el bondi llegó enseguida. Llegamos, nos acostamos y yo me dormí inmediatamente.
A la mañana siguiente nos despertamos, nos duchamos, desayunamos y emprendimos la vuelta al centro. Fui al taller de Mujeres, poder y política, pero fue una cagada. Como la mayoría de los espacios, aparateados por la riña entre troskas y kirchneristas. Un embole. Después almorzamos y dejamos los bolsos en el hostel de Cris. Por la tarde me quedé con Lu en la plaza haciendo esténcils en nuestras remeras (¡¡nuestros primeros esténcils!!) y fuimos a la marcha. 
Nos pintamos, nos quitamos las remeras, nos escribimos los cuerpos. Marchamos, cantamos, saqué fotos. Llegamos a la catedral, cantamos, espantamos. Con Ceci nos besamos. Protestamos.
Después fuimos a cenar y a la supuesta peña que fue un fiasco. Cuando terminó, fuimos a la escuela donde estaban las chicas, dormimos media horita y a las 5am tomamos el micro de vuelta. Dormí hasta la mañana siguiente, y luego volvió el ritual del micro: tomar mate, escuchar música, leer, comer, etcétera, etcétera, etcétera. 
Hacia las 6 de la tarde ya no tenía más paciencia, todo me irritaba. Estar en un micro con 50 personas hacía vaya unx a saber cuántas horas me quemó la boina. Necesitaba llegar ya. Esas últimas horas duraron una eternidad. 
2.30 am llegamos a Capital y me tomé un taxi a casa. Llegué, me duché y me fui a dormir. 

Puedo decir que estoy muy conforme con el encuentro. Me da pena que los talleres no sean tan buenos, pero quizás la mística resida en otra parte. 
Ya vendrán reflexiones más trabajadas.

Chica-Tinder

El día en que se terminó todo con N (ahora pienso: por suerte) volví a casa y como ya les conté me puse muy contenta por el nuevo Havana que abrieron en la esquina. Además rápidamente decidí que no iba a sufrir por esa situación y me puse a buscar chicas en el tinder. Aparece Flor. Like. Match. Se abre el chat. Hablamos un poquito, rápidamente pasamos al facebook. Chateamos, chateamos, chateamos.
Un día la invito al teatro, acepta. El mismo día cancela porque tenía mucha resaca por su cumpleaños del día anterior. Retruca la situación en la semana invitándome a tomar una birra. Acepto. 
Vamos al Varela Varelita un martes. Tomamos unas birras y charlamos un montón. Al principio pienso que somos bastante parecidas y me pregunto si no será mejor que seamos amigas. A medida que avanza la conversación y tomamos unas birritas la empiezo a ver con otros ojos. Ella igual tiene que trabajar al día siguiente así que nos despedimos temprano.
En el Encuentro de Mujeres nos cruzamos, charlamos un rato. Nos damos unos besos y cada una sigue con sus actividades. 
Volvemos a Buenos Aires. Continúan nuestras fluidas charlas por medio cibernéticos y me invita a vernos esta semana. Y quedamos en ir mañana a ver a la Fernández Fierro. 

jueves, 2 de octubre de 2014

miércoles, 1 de octubre de 2014

no hay que vivir con gatos sino como gatos


I’m trying hard to live by Cat Principles:


1. I am glorious above all things.

2. Eat when hungry, sleep when sleepy, play when bored. 

3. Affection is given and received on my terms and only mine. 

4. Show displeasure clearly.

5. NO. 

6. Demand the things you want. If they aren’t given, demand them again, but louder this time. 

7. If you are touched when you don’t want to be, say so. If they continue to touch you, make them bleed."

—C.B. Blanchard #TodaysMantra

sábado, 27 de septiembre de 2014

"Me muero de tristeza y me muero de apuro desde que se murió Madame Louis. Ahora es la vida, ahora, ahora mismo, pará de esperar, no habrá un mundo mejor ni un amor mejor, lo que hay delante es la muerte."

jueves, 25 de septiembre de 2014

"El amor -no se lo digo- es religioso. Sacralización de los momentos. El teléfono desde donde te llamé. El café en que me dijiste que sí, bueno, que vos también de alguna manera era evidente que me querías. La esquina que nos tuvo a los gritos una hora. El amor detiene, registra, hace un templo de los detalles y es en la obsesión por banalidades donde lo reconozco. Pero no se lo digo porque el sacerdocio es cosa de uno. María no ha oído el llamado."

- Patricia Kolesnicok: No es amor

miércoles, 24 de septiembre de 2014

it's over, baby

El martes antes de entrar a baile N me manda un wapp y quedamos en vernos. Hoy voy a la casa, presiento que no son buenas noticias pero prefiero eso a la incertidumbre. 
Llego, charlamos de boludeces, me cuenta dos o tres cosas de ella. 
Llegadas a un cierto punto, me dice que estuvo pensando mucho y que en este momento necesita estar sola, que se da cuenta del quilombo que armó, que no me debería haber contado lo de J como me lo contó, habla de su capacidad de mandarse cagas y herir a lxs demás.
Yo le digo que me pareció muy infantil como planteó las cosas la vez pasada, que también pienso que no me lo debería haber dicho y sobre todo la forma en la que empezó la conversación...eso de que ella es mala y yo soy buena...que todo eso era una chiquilinada, que cuando dos personas están juntas, ambas tienen la potencia de lastimar a la otra y que cada unx se cuida.
Dice que ella me ve muy resuelta, que quiero algo y voy y lo hago (es cierto) y que ella no es tan así (también es cierto).
Necesita estar sola, pensar en su vida, resolver mambos de ella. 
En un momento habla de que quiere que sigamos siendo amigas (?!?) y también de que en algún momento quizás se quiera matar por la decisión que está tomando. Aprovecho para decir lo único importante que tengo para decir que es que pienso que se va a arrepentir.
Y lo de la superación, sí, dice que vamos a tener que superarlo. Y yo, yo no tengo nada que superar, a lo sumo me pondré un poco mal, la extrañaré y se me pasará.
Y ya no tenemos nada más para decir así que guardo mis puchos y agarro mis cosas y me baja a abrir y chau chau adiós. 
Me tomo el colectivo a casa y cuando me bajo veo que en la esquina abrieron un Havana. Qué bien.

martes, 23 de septiembre de 2014

Alguien quiere aparecer en mi blog

Salgo de mi clase de baile en la cual me frustré muchísimo porque estaba en cualquiera y no podía coordinar dos pasos seguidos. Recibo un mensaje de texto que dice: "Fluyendo con el viento se acerca el cartero". No entiendo nada, me río, lo leo en voz alta, me voy. Camino con una compañera hasta la parada del colectivo y recibo una llamada de un número desconocido. Atiendo.
- Hola, ¿hablo con María Antonieta?
- La misma.
- Está llegando el cartero a tu casa, pero tuvo un inconveniente y no se acuerda de la dirección exacta.
Bla, ble, bli, blo, blu. Le doy la dirección. Aviso que no voy a estar para recibir nada. Me dice que lo deja cual cartero.
- Lo voy a ver cuando llegue.

Un par de horas más tarde llego a mi casa, subo, estoy por irme a ver The L Word y me acuerdo de que tengo que ver si hay algo para mi. Bajo y encuentro un sobre de papel madera que dice "Malena depto H". Es un sobre del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Tiene dos stickers: uno de un pingüino rojo y otro con un dibujo de Rodolfo Walsh que dice "Vuelva a sentir la satisfacción moral de un acto de libertad". Lo abro tratando de romperlo lo menos posible. Adentro hay un pirulín envuelvo en un papel con el siguiente dibujo:


...alguien estuvo leyendo mi blog...

Harta de estar triste, me bajé el Tinder

Y estos son los cinco consejos TINDER que me pasó mi amiga Lu:

1 USA TU INSTITNO. Tinder no es second life. No agregues a tu lista gente con la que nunca te encontrarias

2 NO SEAS CODICIOSX No acumules gente en tinder. Asegurate de hablar cob algunxs antes de seguir agregando

3 manten el radio de busqueda bien cerrado. Nadie quiere viajar una hora para una cita a ciegas

4 CAMBIA DE CHAT tinder es muy malo para chatear. Si sientes una chispa, cambiate al wp

5 SAL EN LA SEMANA. Busca huecos en la agenda poo ara conocer. Cara a cara a tus matches.
M DE REINA 
NO RIMA CON PACIENCIA!!!!

domingo, 21 de septiembre de 2014

tu horóscopo

Hoy tu horóscopo dice que tenés que estimular los sentimientos y no dejar que los afectos se enfríen. Creo que te lo debería avisar.

pegajosa madrugada

En la fiesta la paso muy bien, sobre todo una vez que J se va.
Conozco a Marcos, me habla, es simpático, me cae bien. 
Hacia el final de la noche, después de delirios en torno al fogón, nos besamos. La gente se va y Fede y Mati que son lo más dulce del planeta nos tiran un colchón en el comedor. Pero al rato llega el inquilino que duerme en el cuartito de arriba y nos vamos al baño. Nos duchamos. El inquilino quiere ir al baño. Decidimos irnos. A su casa no podemos ir porque ahora por un "problema judicial" está viviendo con los padres. Agarra su auto y venimos a casa. Cogemos. No hay coito, no sé por qué. Pero en este momento de mi vida eso puede estar muy bien. Nos quedamos dormidos. A la mañana me despierto, lo miro, um, no entiendo muy bien nada. Preferiría que se fuera pero se queda y charlamos y me cuenta historias de su vida. 

Y yo todo el tiempo pienso: la extraño. Y mucho. 
J me manda un mensaje y me pregunta si quiero que nos juntemos antes del cumple de F para charlar. Le digo que ok. Nos encontramos en el Starbucks de 9 de Julio. Él me dice que ahora que él sabe que yo sé de la situación, le parece mejor que hablemos. Me dice lo que ya sé: que está enamorado de N. Que lo sorprendió. Que no se lo esperaba. Que todo lo que hizo fue genuino. Yo juego con la espuma de mi capuchino porque le puse azúcar y me encanta la espuma dulce del café. Termina de hablar. Nos quedamos en silencio. Él espera que yo diga algo, así que le explico que yo no tengo nada para decirle, que fui porque entendí que él tenía algo para decirme a mí, pero que yo no tengo nada para decirle a él. Insiste, así que le digo que lo único que pienso es que no somos tan amigos como pensábamos y que él maneja un nivel de histeria tremenda. ¿No pudiste darte cuenta antes de que te gustaba? Y le pregunto, por qué me dijo que N era un espíritu libre cuando hablamos la semana anterior, y dice que no sabía qué decirme. No hay mucho más para hablar y vamos al cumpleaños de F. En el colectivo él trata de hablarme de cualquier verdura y yo lo escucho y no lo escucho. Bajamos en Constitución y por suerte cuando subimos al tren nos encontramos con otrxs amigxs así que ya no estoy más obligada a hablar con él. A lo largo de la noche conversamos un poco. Le digo que ya vamos a ver qué pasa. Que tranqui. Que todo bien. Por suerte F ya sabe lo que está pasando y puede abrazarme cuando me pongo a llorar. 

sábado, 20 de septiembre de 2014

inconsciente

Soñé que tenía un auto y que yo manejaba y que me metía por una calle y llegaba a la subida a la autopista. No importa qué camino agarrara, no había forma de no llegar a la autopista (lugar al que no podía subir, porque yo no sabía manejar tan bien). Así que me metía en contramano, volvía en contramano para evitar subir a la autopista. Caro del Colón nos regalaba cosas, como una feria de objetos que ella ya no quería tener y a mi me regalaba unas cosas re copadas porque había hablado con mi hermana y eran para mi hermana. Yo estaba garchando con alguna chica del Colón pero no sé quién era y creo que en el sueño tampoco era del Colón pero estaba ahí y también había estado en la escena del auto. Después me encontraba con unas chicas de Paraná, de la adolescencia judía y nos abrazábamos como si fuéramos íntimas amigas pero no somos íntimas amigas y yo recibía una llamada perdida. No sabía de quién era el número pero después veo que ese número se corresponde con el contacto de N que mandó un mail general, grupal, donde dice que ese sábado tenía muchas ganas de quedarse todo el día en su casa leyendo. En la feria donde Caro reparte objetos aparece N y me saluda con un beso adelante de la chica con la que ahora yo estoy y su beso significa (nadie lo dice pero en el sueño se supone que lo sabemos) que quiere estar conmigo y yo pienso que tendríamos que hablar y que ahora yo estoy con XXX (no puedo creer que no sé quién es!!!) y después de eso cierra el sueño.

viernes, 19 de septiembre de 2014

Reflexiones del día siguiente:

No hay nada que esté bien o mal, no se juega una cuestión moral en esto.
Mezclando las dos historias: cuando estábamos en Berlín, un día Juli hizo algo que a mi no me gustó. Yo estaba re enojada y pensaba en por qué lo había hecho, si eso que él había hecho significaba que en realidad yo no lo gustaba, etc. Y en un momento después de que mi cabeza paseara largo y tendido por todos los recovecos inconscientes de la neurosis, Flora me dijo las sabias palabras que van en negrita por lo importantes que son: No importa por qué él hizo lo que hizo. El punto acá es que vos esperabas algo de él que él no hizo. Y te duele. Y te la tenés que bancar. 

La segunda historia no tiene nombre todavía, y voy a empezar contándoles lo último.

Creo que es la primera vez que narro una historia en este blog en tiempo real. Traigo una primicia irrelevante.

Así se lo conté por mail a mi amiga Flora.

Por acá, baldazo de agua fría. No te la vas a poder creer.
Ayer fui con N al cine y después fuimos a su casa. Cogimos, y después de eso acostadas en la cama me empezó a decir que yo soy re buena, que ella es mala, que tenga cuidado con ella porque es mala. Y yo, sin entender si me hablaba de algo general o de algo puntual se lo pregunto.
Bueno, corta la bocha: J, nuestro supuesto amigo y gay, le dijo hace una semana que siente un amor por ella que no es sólo platónico y bla ble bli blo blu. Y ahora ella está confundida.
Y yo : BOQUIABIERTA.
Y ella: que no entiende, que es rarísimo, que nunca lo había mirado con esos ojos, que son muy amigos y que eso siempre estuvo mediado por la homosexualidad de él, y que ahora está confundida, que no entiende, que es gay, que no entiende por qué quiere estar con ella si nunca estuvo con una chica...
Y yo: pero a vos te gusta?
Y ella: no sé, es gay!
Y yo: bueno, pero más allá de eso.
[A ver, es irrelevante esa cuestión. O se gustan o no se gustan. No entiendo por qué entran en juego esas identificaciones].
Y ella: no sé.
Bueno, conversación eteeeeerna, yo no podía creer lo que estaba pasando. En el medio escucho cosas que preferiría no escuchar, no sé si es mejor saber o no. ¿Qué hago yo ahora con esta información?
Y bueno, finalmente le digo que me parece que ella tiene que pensar qué quiere hacer. Que si quiere estar con los dos yo no voy a entrar en ese juego. Y ella, claro que no, que no va a estar con los dos. Que perdón si no tendría que habérmelo dicho pero que le hacía sentir culpa no hacerlo...  Y le digo que bueno, que entiendo que es una situación complicada, que no estoy segura de si estuvo bien o mal que me lo dijera, que en el momento la entiendo y que no sé si al día siguiente me va a enojar o no.

¿Podés creer?

Alta telenovela, ¿no?
Así está Buenos Aires hoy para mí.

jueves, 18 de septiembre de 2014

Y además les traigo, a falta de una, dos historias. Esta se llama "cinco días de amor".

Vamos con la primera: Juli. El chico más dulce y bueno del universo.

Pasé julio 2014 en Berlín, la ciudad que nunca te defrauda y siempre te sorprende (por más slogan de publicidad que suene esto!).
Mi amiga Flora también estaba allí y me ofreció hospedarme con ella, en el cuarto que le subalquilaba a un amigo, Juli, también argentino, del sur y músico.

Lo conocí una noche que él tocaba en un super festival en Potsdam con su banda. Esa noche casi ni hablamos (más tarde supe que no le había caído muy bien al principio). Sólo en el subte de vuelta (él borracho y yo con resaca de drogas de la noche anterior) intercambiamos una bandera de Argentina (por esas fechas jugaban la final del mundial Argentina y Alemania) por una manta que yo me había robado del festival, con la promesa de devolvérnoslas al día siguiente, día en que yo me mudaba a su casa.

A las 4 o 5 de la mañana nos despedimos y a las 11 yo ya estaba tocando el timbre en su departamento, con mis dos valijas y su bandera de Argentina. Él me dio mi manta, me ofreció unos mates y nos quedamos charlando.

De ahí en adelante hubo muchas actividades de los tres: Flor, Juli y yo. Dos días antes de que yo me fuera a Edimburgo y a Dublín, Flor se había ido a Bruselas y Juli y yo aprovechamos la intimidad para besarnos y pasar la noche juntos. Él pensaba que yo ya no volvía a Berlín y me dijo que no quería dejar pasar la oportunidad, yo le expliqué que volvía y me quedaba 5 días más allá y él me invitó a quedarme en su casa a mi vuelta.

Y así fue como cuando volví tuvimos cinco días de amor. Fue fantástico saber que el tiempo era finito y conocer la fecha de caducidad. Permitió potenciar todo lo que pasó en esos días. Por lo menos así lo veo yo.

Tuve con Juli las charlas más lindas quizás de mi vida, lxs dos nos abrimos y nos contamos cosas nuestras, escuchamos al otro, tomamos bastante vino, nos leímos, nos dijimos, cogimos increíblemente bien, nos drogamos, nos miramos, nos acariciamos.

Y una mañana nos despedimos, él se fue al trabajo, yo cerré mi valija y me fui al aeropuerto.

para empezar, me hice los rulos


domingo, 4 de mayo de 2014

Es hora de volver a contar historias.
Y como no tengo ninguna actual, voy a revolver en el pasado.

Nunca les conté de Andrés.
Es uno de los varones de los cuales no podría decir exactamente que haya hecho algo "garca" conmigo. Lo cual me da muchísima bronca porque quiere decir que todo lo mal que la pasé con y por él fue culpa mía. Odio tener la culpa.

Lo conocí en la facultad. Él gustaba de mi, pero yo no le pasaba cabida. Al principio. No creo que haya una respuesta a cómo se puede haber revertido radicalmente una situación de este tipo, al punto de terminar yo super enganchada y él sin pasarme cabida. Sólo una neurótica de mi calibre termina así.

El primer cuatrimestre del 2010 cursamos juntos una materia y un seminario. Nos hicimos bastante amigos y, no sé muy bien cuándo ni cómo, me empezó a gustar. Como yo ya sabía que él gustaba de mi, me sentía un poco libre de hacer cositas. Nuestro punto en común en aquel entonces era Deleuze. Habíamos pensado en la posibilidad de unirnos a un grupo de lectura y un día lo invité al cine a ver un documental sobre D., que resultó un aburrimiento supino. Para lograr un verdadero acercamiento tuve la excelente idea de conformar con él y otros tres chicos más el grupo de investigación para la exposición del seminario que estábamos cursando.
Si no me equivoco, chapamos por primera vez en un 39 a la noche volviendo de la casa de uno de los chicos del grupo del seminario.
Ah! ¿Ya les conté que Andrés tenía planeado un viaje por 6 meses para septiembre de ese mismo año? A hacer una estadía artística en Francia... Esta información habría alertado a cualquiera con capacidad de cuidado de sí, pero yo evidentemente estaba empeñada en tener una historia de mierda.

Después asumo que empezó una linda etapa de pasarla bien, quizás hasta con cariño. La verdad, no la recuerdo mucho. Releyendo algunos mails, veo un par de "lindo", "linda", "te quiero", "yo también".
Sí sé que rápidamente yo empecé a reclamar, a sentir su ausencia aunque todavía no se había ido.

Lo ayudé con toda la preparación para el viaje, con el francés, traduciendo, buscando casa allá... En cierto sentido pienso que a él le resultaba muy cómodo estar conmigo en ese momento: yo lo ayudaba con todo lo que tenía que hacer para el viaje. No sé si él se daba cuenta del desfasaje que comenzaba a gestarse entre nosotros y no le importaba, o si ni siquiera era capaz de verlo.

Con su partida sólo se profundizó esta diferencia: yo le mandaba mails todo el tiempo, le decía que lo quería, que lo extrañaba. Él al principio me llamaba pero poco a poco empezó a hacerlo menos... a no responder siempre los mails... Y mis reclamos aumentaron. [Excursus. Me parece totalmente lógico que él fuera tomando esas distancias, ahora que veo la situación con los ojos puestos en el presente. Pero en ese momento no entendía: se iba 6 meses, era mucho tiempo pero tampoco el fin del mundo. Yo lo esperaba... No sé por qué...]

Más le demandaba, menos él me daba, peor yo me ponía, más necesitaba que él estuviera presente...
En fin, un círculo de mierda imposible de romper. Salvo porque....

En febrero me informa que no iba a volver en marzo, sino que se quedaba a hacer un master allá.

La ingrata sorpresa fue una puñalada directo al ego. Hacía 5 meses que yo lo venía "esperando", ¿y al final no volvía? No había forma de que me decepcionara más. Le mandé vía su madre unos papeles que necesitaba y un regalo que tenía para él y que pensaba dárselo cuando volviera a Argentina. Le pedí que me devolviera un libro a través de mi hermana.

No lo volví a ver. Vino a Buenos Aires dos veces y yo fui a París una. En ninguna ocasión nos encontramos. Sólo estando en París sentí que podía reconciliarme, tanto con A. como con la ciudad. No sé por qué. Pero era una ciudad a la que yo no quería mucho. Estando allá, volviendo a visitar sus calles, sus museos, habiendo yo cambiado mucho mi forma de ser desde aquel entonces, pude ver todo bajo una nueva óptica. Entendí por qué Andrés había elegido esa ciudad para armar sus proyectos y hasta me empezó a parecer un lindo lugar. A veces cuando paseaba me imaginaba que me lo encontraba de casualidad. Por momentos no sé qué hacer con la enorme capacidad de fantasía que tengo.
Todavía hoy, cuando releo algunos mails, puedo ponerme a llorar. No sé si por él, por la historia que no fue. Posiblemente llore por mí, por la vida, con sus vueltas y sus (des)encuentros.